29.6.05

Un paseo

Ayer estuve paseando cerca del puerto antes de llegar a casa y me sorprendió una visión de mi propia ciudad. Era un trozo de paseo con bancos de madera de esos modernos, como sillas clavadas en el suelo, tan incómodos y asépticos, situadaos a la izquierda de mi paisaje. Detrás de ellos, un muro de setos que había crecido más de la cuenta cubría la visión de la calle, de modo que no veía los coches (y os aseguro que por un momento ni los oí). A la derecha y al fondo, y también salpicando el centro del camido, una cantidad indeterminada de árboles de follaje verde y tupido, absolutamente escarchados de flores de color naranja que también cubrían el suelo. Fué una imagen maravillosa, absolutamente sobrecogedora. Saqué la cámara del bolso y tomé una foto. Mañana, si puedo la cuelgo.
Y me pareció muy curioso cómo soy capaz de apreciar más el bálsamo que supone un paisaje de paz cuando las circunstancias me tienen al borde de la zozobra.

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