31.3.05

- Otro libro

Ayer me fui a la Fnac a comprar un libro que hacía tiempo que quería. Se trata de CARA A CARA CON LA VIDA, LA MENTE Y EL UNIVERSO, de Eduard Punset. Me hizo muy feliz ver que era la sexta edición. Nunca le perdonaré a la sociedad que no se publicite más la divulgación científica que la prensa del corazón.
Un gran libro, sí señor.

30.3.05

- La piel tiene memoria

Sí señores, la piel tiene memoria.
Por eso a veces parece que el cuerpo juegue con ventaja, y que la memoria nos juegue malas pasadas.
Sucede a veces que olvidamos lo que hemos hecho hace un rato, pero no el sabor de las fresas, que se presenta de improviso en pleno otoño, o el cuerpo de un buen vino, el tacto de la seda, el calor de alguien cuando nos abraza, aunque no nos acordemos de su nombre.
La piel tiene memoria, y suele ser muy discreta y selectiva. Para la memoria de la piel no existe un término medio de nada; lo que nos sucedió fué maravilloso o repugnante, no pudo simplemente ser.
Y debo reconocer que mi piel es muy señorita, y le gusta gastarme jugarretas, recordándome, sin motivo aparente, algo que en su momento me hizo estremecer, y que aún hoy me pone los pelos de punta.

29.3.05

- Semana Santa

He pasado un maravilloso fin de semana. Paintball, quads, amigos, montaña, juegos y charlas, sol y tormenta, todo ello en las proporciones adecuadas.
¡Qué bonito es todo en pequeñas dosis!

24.3.05

- Cerveza

Ayer prové una cerveza. Estaba muy rica.


23.3.05

- Los almendros

Hoy, de camino a ver a un cliente, iba conduciendo mi moto por el primer tramo de la Meridiana (ése que nunca nadie sabe que también es parte de la Meridiana). Al lado derecho de la calle había un montón de almendros en flor. Sus ramas, sus flores tan rosas contrataban con el gris plomizo y legañoso de la mañana. Parecían animales enjaulados; parcelas de naturaleza cautivas entre el acero, cristal y asfalto de la urbe para el regocijo visual de las hormiguitas obreras de Barcelona.
Me habría parecido de lo más bucólico si no me hubiera puesto a estornudar como una loca. Maldita alergia...

22.3.05

- Cambio de armario

Ya he desenterrado la ropa de primavera.
Ahora sólo tengo que deshacerme de la cara de invierno.

21.3.05

- En casa ajena

Anoche dormí en una casa que no era la mía. En una cama que no era la mía. Oyendo ruidos ajenos. Notando en el colchón la huella de un cuerpo que no era el mío. Le pregunté a ésa huella su nombre, pero no me responió. Le pregunté sobre sus sueños, sobre sus problemas, sobre dónde estaba su molde ahora mismo. No me dijo nada.
Qué desconsiderados son a veces los objetos.

18.3.05

- Llega la primavera

Hoy hace un día de sol y calor en Barcelona. Parece que la primavera se haya instalado en todos y cada uno de los rincones, y con su simple presencia, haya ensanchado los espacios.

17.3.05

- Leo libros

Soy un bicho raro que lee libros. Lo confieso. De todo tipo, además. No le soy fiel a un género ni a un autor. Leo lo que me cae en las manos o lo que encuentro por el camino. Lo que me llama la atención. A veces busco algo, también. Pero casi que son las menos.
Me gusta leer sin un camino marcado. Un poco de todo, para saber mucho de nada. Para ir añadiendo distintos apéndices a mis experiencias, construyéndome a mí misma como un collage al que a veces, sin un por qué, le sale una mancha azul y al día siguiente otra amarilla.

16.3.05

- Perfume

Ayer, antes de ir a visitar a un cliente, me senté en un bar a tomar un café.
Era el típico bar que nunca creerías que pueda existir. Todo allí era propio; tenían puesta una película de Marisol en la tele, había jarroncitos de imitación de porcelana con flores de plástico en las mesas al lado de ceniceros llenos de colillas, y todas las piezas de la vajilla parecían desparejadas. Una especie de neblina gris, mezcla de humo y humedad, te hacía sentir fuera de los tiempos y espacios conocidos.
De repente entró un hombre; un paleta de la construcción o algo por el estilo, feo, pero muy limpio, con un mono azul eléctrico. Pasó por mi lado, y su movimiento dejó en el aire un rastro de olor de frutas.
Era tan dulce y fresco que aperecía intentar morder el espacio que dejaba tras de sí para saborearlo más intensamente. Al principio creí que me lo había imaginado; que no podía ser, que aquello estaba demasiado fuera de lugar. Pero volvió a pasar y volví a olerlo.
Me levanté rapidamente, pagué y salí corriendo.
No pude evitarlo; me entró un miedo terrible de que ese olor me dejara cautiva de mi olfato en aquel cuchitril y me obligara a ponerme un delantal de cuadros para mimetizarme con el ambiente.

15.3.05

- Too much love will kill you...

Creo que si a Freddie Mercury alguien le hubiese contado que, en pleno año 2005, sus canciones sonarían a todo volúmen en mi cabeza, se habría pegado un buen panzón de reír.

14.3.05

- Anillos

El otro día me pasé media tarde haciendo anillos. De ésos de bisutería, con piedrecitas colgando. Como diría el pirata muy cutres, muy monos. Era una tarde rara; me sentía aturdida, con demasiadas cosas en las que pensar, pero sin conseguir poner orden en mi cabeza. Así que elegí ésa terapia.
Al día siguiente regalé los anillos. Ahora los llevan varias chicas. Y no saben que en realidad en el dedo llevan mi tiempo, mis preocupaciones, mis comidas de tarro. Les encantan sus nuevos anillos.

11.3.05

- 11M

Hace un año me desperté en Madrid. En mi habitación del NH Agrüelles, donde el despertador era la televisión. Algo antes de las 8, con las notícias. Con las primeras noticias de una explosión en Atocha.
Aún era temprano, y tuve la oportunidad de hablar con mi família, con algunos amigos y con la gente de la oficina antes del colapso de las líneas. Para decirles que estaba bien.
Fuí a una oficina donde faltaban dos personas, dos de los viajeros de aquél tren. Tomé millones de cafés en distintos bares para estar cerca de un televisor. Me enviaron al aeropuerto, me querían lejos de ahí. De camino, lloré con el taxista.
No pude donar sangre porque los camiones se habían colapsado, y no había forma de almacenar tanta. Aún guardo la mala conciencia de poder haber hecho nada. Y de estar viendo Ifema desde el taxi camino al aeropuerto, y saber que estaban allí, y que yo volvía a casa.
Pasé varias horas en el aeropuerto; compré la radio que ahora me mira desde la esquina de mi mesa para oir como ésa pesadilla era más grande cada vez. Como extendía sus tentáculos por más vidas, por más barrios, por más casas. Me llegaron más mensajes preguntando si estaba bien, y más mensajes de gente diciendo que estaba bien. Que ése no había sido su tren.
Aquel día y aquella noche sentí un dolor distinto a todos los demás que recuerdo; el de la absoluta impotencia. El de la rabia contenida. El de las lágrimas que queman en los ojos y los puños que se aprietan. El de no poder evitar la barbárie sin sentido y el del ruido de las ambulancias que no cesaba.

Pocos días de éste año han dejado de tener su parte de 11M para mí. Ése recuerdo está latente en una parcela de mi memoria.
Ése día todos eramos madrileños, y todos íbamos en ése tren.

10.3.05

- ¡Sorpresa!

Ayer, al salir de la ducha, me miré al espejo y descubrí una peca que no recordaba en mi mentón. Fué muy curioso; de repente me planteé si era a mí a quien veía.

9.3.05

- Ayer

Ayer fué el día de la mujer trabajadora, y yo trabajé mucho. Necesito un descanso, pero de cabeza.
El otro día en clase de Danza del Vientre hicimos un pequeño ejercicio de Yoga. Se trataba de intentar desconectar. Una de las cosas que nos comentaron es que en Yoga se dice que la mente es como una jaula de monos, y que uno de los mayores éxitos a alcanzar es conseguir que los monos se callen.
Ése punto es el que me gustaría conseguir. Llevo algunos días perdida entre el ruido de los monos. Hay veces que montan tal escándalo que me quedo mirando un punto fijo, casi catatónica, dándole vueltas a la cabeza. Cada uno me chilla algo que debería hacer, o algo que quisiera estar haciendo. Pero hacen tanto ruido que no me dejan pensar con claridad. De modo que me quedo ahí, perdida en ninguna parte, sin pensar pero sin poder dejar de pensar. Me siento muy tonta.

7.3.05

- Relatividad

Casi todo lo que conozco es relativo. Y eso me asusta un poco. El mal tiempo es relativo. El tiempo en sí es relativo. La historia es relativa. Yo misma soy relativa (en referencia a personas, situaciones, sensaciones). No se me ocurre nada que no lo sea. Y eso, a veces, da muy poca seguridad. Pero tal vez pueda ser una ventaja.
Éste fin de semana he tenido un chasco. Espero que el tiempo me ayude también a relativizarlo.

3.3.05

- Cuaderno de viaje

A éste paso, voy a tener que hacer un cuaderno de viaje de mi vida. Que si no, cuando quiera volver, no me acordaré de cuál es el camino, ni de dónde es mejor que me pare.

2.3.05

- Onírico

Anoche hubo tormenta; Iba andando por vastos barrizales, llenándome de lodo mientras luchaba por seguir adelante. A un lado había espesura, una jungla de manglares rodeada de mil gritos de bestias. Al otro lado un acantilado que tenía por fondo un mar de nubes. Habían rayos y truenos, pájaros revoloteando y un hueco en el cielo.
No me sentí asustada, sino triste, pensando en el largo camino que me quedaba por recorrer, y que debía hacerlo sola. Nadie que me ayudara. Nadie que me animara. Era consciente de que podía hacer cualquier cosa, pero no me sentía capaz de nada, más que seguir andando. El eterno dilema entre saber y creer. Y seguí andando.
Y mi tristeza se veía acentuada porque sabía que al final de mi camino hallaría un río, un prado verde rodeado de apacibles árboles frutales, el calor del sol en mi piel. Alguen me estaría esperando al final del arco iris y me ofrecería comida, bebida y calor y consuelo.
Yo ya había estado ahí. Ése era mi lugar, el que me correspondía, el que ya me había ganado tantas otras veces. Y estaba cansada de que una mano invisible me alejara de mi casa. Sólo podía pensar que estaba llena de fango, caminando entre la jungla y el vacío, con un largo camino por delante.

1.3.05

- Productividad

Últimamente soy poco productiva en el trabajo. Lo sé. No es que no lo intente, pero estoy cansada y no consigo motivarme. Suerte que el trabajo no me desagrada, que si no, andaria peor aún...
¿Alguien me sugiere algún elemento motivador?