El otro día fui a la pelu (sí, yo uso de eso) y coincidió que estábamos el peluquero, su señora esposa, dos ayudantes, mi señor marido y yo en el mismo espacio. La cuestión es que había más gente (algunos clientes). Como siempre, empezamos a hablar de tonterías varias y acabamos riendo como locos viendo como la esposa del peluquero intentaba describirnos la ubicación de una tienda. La imagen era de lo más divertido; más de media docena de personas con un ataque de risa floja, todos encerrados en un mismo espacio, detrás de un escaparate, además.
Con nosotros había un chico con pinta de sobraillo (una especie de Nacho Vidal de 1'50) que nos iba mirando enarcando una ceja con esa expresión... Nsch... de "hay que ser gilipollas para estar riendo de algo así". Yo sólo pensaba para mí misma "con lo barato y fácil que es reir, si tu supieras....".
Que la gente tiene muy mal miradas algunas cosas, y eso de intentar marcar diferencias no dejándose vencer por la risa sincera del prójimo deja retratado a uno.
Cuidado con Oscar Pulitzer
Hace 1 año