He podido visitar rincones de Madrid que no conocía.
Por otra parte la visita a Gran Canaria ha sido maravillosa. La isla es sorprendente, y a pesar de que la panza de burra nos impidió ver el sol durante casi todo el tiempo que estuvimos en la capital también tuvimos sol, playa, buceo, naturaleza y mil estrellas brillantes, además de alguna fugaz. Nuestro anfitrión fue de auténtico lujo (mil gracias, Víctor) y espero que nos devuelva la visita en cuanto tenga la oportunidad.
Pero sucede que, además de todo esto (o, tal vez, precisamente por todo esto) y con todo lo demás estoy volviendo a sentirme bien. Poco a poco vuelvo a tener ilusión por emprender algún proyecto (los tengo razonables y descabellados, y andan ya bullendo y echando burbujillas continuamente) y vuelvo a sorprenderme sonriendo y canturreando para mí misma. Puede ser eso o el moreno, pero creo que hasta se me nota en la cara. Tengo ganas de que llegue el otoño, aunque no prisas. Los últimos tiempos me han enseñado a las malas que cada momento tiene su valor y que hay que vivirlo como se pueda. La valiosa lección es que si siempre vives pensando en el futuro va a llegar un momento en el que al darte la vuelta gran parte de tu vida va a parecer un compás de espera y sonará a hueco. Y eso no mola. Creo que esta que viene va a ser una temporada bonita en la que voy a establecer nuevas rutinas (las del año pasado no las quiero ni me sirven) y voy a iniciar una convivencia con Imperator (aunque ya represente que vivimos juntos hemos pasado poco tiempo juntos en casa, y tengo la impresión de que casi todo ha sido en elgún tipo de situación excepcional, léase mudanza, entre viajes o cualquier otra cosa) en la que tengo muchísima fe. Vamos, si sus compromisos laborales se lo permiten, pobre, que vuelve a encadenar deshacer equipaje con hacer equipaje. No deja de ser irónico que hayamos dejado de tener una relación a distancia para que empiece a llenársele la agenda de viajes de negocios.
Hay veces en las que parece que si el mundo se callase un momentito podrías oir cómo las cosas se reajustan. A veces sonaría como algo deslizándose, otras como tuercas o engranajes, y a veces son grandes chasquidos o compuertas de presas abriéndose. Tal vez mi verano haya sido algo así. O al vez es lo que empieza ahora.
3 comentarios:
Absence makes the heart go yonder, love.
Cosita mía, a ti lo que te pasa es que se te ha acabado el verano, sí, pero ahora comienza el paraíso.
Me alegra esa fuerza y esas ganas de ser feliz que intuyo por tus palabras.
Para contribuir un poquito:
http://dl.ziza.ru/other/082008/12/priroda/005_priroda.jpg
http://dl.ziza.ru/other/082008/12/priroda/008_priroda.jpg
http://dl.ziza.ru/other/082008/12/priroda/011_priroda.jpg
http://dl.ziza.ru/other/082008/12/priroda/027_priroda.jpg
http://dl.ziza.ru/other/082008/12/priroda/102_priroda.jpg
Sea como sea, seguro que va bonito ^_^ Un besazo, guapetona
Publicar un comentario