Me preocupa mucho que, de tanto sobarlo, prestarle atención y estar con él, mi portátil se acabe enamorando de mí. No sé si podría soportarlo. Me lo imagino, dejándome mensajes entre píxeles, moviendo botones para componer palabras de amor, haciendo sonar mp3 empalagosos... Cuando le diga que prefiero irme con el de casa, que es el que tiene juegos y me hace reír, va a hundir mi carrera.
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