Mea culpa, mea culpa, mea grandisima culpa. Lo confieso; estoy vaga. Últimamente no me apetece nada escribir. Y no es que mi vida sea menos interesante, ni mucho menos. Me despierto, me desperezo, me lavo los dientes, me arranco las legañas... la de cosas interesantes que hago... Fíjate, sin ir más lejos, juego con el gato y aprendo a hablar con las cajeras del súper. Estoy segura de que se podría escribir en su argot. Fonética, por supuesto. E información sobre contenidos. O sobre descontenidos, mejor dicho. El día que me haga una camiseta con la dirección de mi blog y la lleve cuando vaya a comprar será como decirles... Mejor no lo escribo, por si se me ocurre hacerlo. Prometo enmendarme y escribir más a menudo, palabrita.
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