12.8.08

Involucionando

Hace pocos días hablaba con alguien a cerca de un fenómeno al que yo denomino involución. Qué queréis; tal vez no sea la palabra más adecuada, pero es la primera que vino a mí cuando me dí cuenta, y sigo usándola sin complejos.



Valga decir que esta entrada pretende ser totalmente respetuosa y describir, simplemente, un fenómeno que me llama la atención y en el que yo también caigo a menudo.


A menudo me doy cuenta de que la gente tiende a pensar mucho, y gasta ingentes cantidades de tiempo y energía en explicar con todo lujo de detalles todo lo que ha pensado. Y, cómo no, cada cual acostumbra a dedicarle la mayor parte del esfuerzo a su tema favorito, que acostumbra a ser su propio ombligo.



Hay muchas personas a las que quiero horrores y a quienes a penas conozco. Probablemente no sé cuándo es su cumpleaños, ni nada sobre su familia u otros amigos, y seguramente tampoco sabré qué estudiaron ni en qué trabajan. Y sin embargo, cuando hablo con ellos o (sobre todo) leo sus blogs ingurgito párrafos como ladrillos a cerca de su filosofía vital, la forma en cómo concilian sus escalas de valores con el cenagal de sus vidas cotidianas o lo mucho que han aprendido a raíz de tal o cual hecho. Y hay gente a quien, además, le sobra tiempo y ganas para discrepar, indignarse y/o discutir sobre cómo ve otro la vida. Unas pasiones del recopón, todo muy digno de "el pensador" de Rodin, muy profundo. Qué interesantes, filosóficos o crípticos (márquese con un círculo donde proceda) somos todos.



No pretendo ser descortés en absoluto, pero sucede que cuando intento centrarme en esos términos éticos, morales y vitales demasiadas veces me siento como Hommer Simpson en esta ilustración, con un mono fascinante tocando sus platillos al ritmo de "chin, chin, chin, chin....". Porque hace tiempo que decidí involucionar.



Que nadie vaya a pensar que ha sido una tarea sencilla; la sociedad, hoy en día, premia la grandilocuencia, los grandes discursos, los grandes planes, las filosofías elaboradas y primorosamente expuestas. Los imagino como regios castillos de bases sólidas, con cimientos sólidos y gráciles torres que se tambalean pero nunca caen, con pendones de colores vivos reluciendo al sol (hacedme el favor de leer esto con voz particularmente grave y modulada). Yo soy su víctima, y los he creído necesarios durante demasiado tiempo. Y siguen ahí. Pero sucede que un buen día me fijé en que, en realidad, lo que andaba haciéndome eran pajas mentales a dos manos. Mis decisiones, mi filosofía, mi escala de valores y tantas otras cosas solo me importan a mí. Y hay veces que ni si quiera eso. No afectan a la rotación de la tierra, por fuerte que piense o crea, o por tantos sitios donde lo publique. Que nadie se eche las manos a la cabeza; no soy rácana expresándome ni explicándome (aunque a veces me cuesta un poco), pero prefiero mil veces hablar sobre lo que hago, lo que me sucede, y encontrar lugares comunes apelando a cosas que todos podemos entender facilmente y sobre las que podemos hablar sin subir la voz. Siempre hay tiempo para una bronca enriquecedora.

La vida es, demasiadas veces, corta, complicada y puñetera de por sí. Y creo sinceramente que no tengo por qué hacérsela más compleja a los demás... Ni a mí misma. Si alguien quiere saber, preguntará. Y responderé gustosamente, más aún si es ante una cerveza.

Hace tiempo que he decidido hacer un "back to basics" y disfrutar de cosas que me hacen sentir feliz, e intentar que los demás sean también un poco más felices a mi paso. Sin agobios, claro, que cada uno es responsable de su propia realidad. Pero, si está en mi mano, es probable que intente compartir parte de la belleza y diversión que percibo en las cosas más simples. Los juegos. La comida. Los amigos. (Nota; me gustaría incluir "el amor" en este listado, pero la experiencia me demuestra que eso puede ser terriblemente complicado, aunque sea tan y tan gratificante que valga la pena no dejar de intentarlo. Ya veis; toda norma tiene excepciones...). A veces debo parecer una cría, y eso disgustará a mucha gente, pero eso es algo que me preocupa poco. ¿Os habéis fijado que los críos ríen mucho más a menudo y acostumbran a parecer mucho más felices con cosas más sencillas? Eso es porque es posible. Y no es ni si quiera difícil.

Así que voy a servirme otra porción de pizza, un poco más de vino y sentarme en el sofá con mis gatos. En Barcelona hace una noche estupenda, y siento un cansancio dulce aflojando poco a poco mis músculos. He pasado unos días estupendos de juegos, diversión y cariño, y en breve (muy en breve) van a venir más. Y esta vez no tienen fecha de fin. Eso contribuye mucho a tener un estado de ánimo como el de hoy. Estoy deseando empezar a colocar libros y a tirar lastre.

Hay pocas cosas más reconfortantes que la sensación de estar haciendo justo lo que debes estar haciendo. Y pienso quedarme a vivir ahí. Hasta que me echen.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que yo misma he escrito post que he pensado "esta paja mental no la va a leer nadie". Pero es como un desahogo, porque en la vida real nadie me va a aguantar semejante tostón. Y ya si alguien te deja un comentario te sientes de maravilla. "No he matado 200 neuronas en vano", piensas.

Sí, hay gente que hemos hecho de comernos el coco nuestra profesión, qué le vamos a hacer. La mayor parte del tiempo preferiría ser como tú dices, un niño pensando en un helado.

Mmmmmm, heladooooo....

. dijo...

Cielo; las comidas de tarro tienen su sitio en la vida real. Es parte de conocer a los demás. Y los blogs, en realidad, son su sitio. Así que, en realidad, todo está bien y en su sitio.

Solo comento que me llama la atención que la gente dedique taaaaanto y tanto tiempo a explicarse, justificarse, etcétera. No sé, yo prefiero dedicarme a corretear por los sitios y dar por culo al personal. Pero eso, como todo es una elección personal e intransferible.

Y ante todo deseo remarcar que ese es también mi pecado. Espero que no se te haya escapado ni por un instante que hago exactamente lo que critico en esta entrada. Y es que el ser humano (en concreto este que escribe) es de lo peorcito que puede haber.

Y ahora voy a dejarte, que tamaño cúmulo de palabras empieza a marearme. Los polisílabos, sobre todo. Malditos...

Imperator dijo...

Hmm.

Ese hábito de explicar lo que uno ha pensado es especialmente irritante en las partidas de rol. Seriamente.

Por lo demás, bueno: supongo que entro en ese grupo de gente que sobrepensamos las cosas. Cada loco con su tema.

Capitan Napalm dijo...

Wishful thinking, nena. Nadie puede dejar de ser lo que es, los leopardos no pierden las manchas, ni mi polla va a encoger más que de manera coyun(tu/du)ral.

Lo que si que es repulsivo es las grandes arquitecturas mentales y las pequeñas miserias personales. Como dice Martín en su último libro http://www.martincomic.com/es/news_detalle.php?id=14&lang=ES , lo que dice la gente no vale una mierda. Sólo lo que hace.

Anónimo dijo...

Ni sí, ni no, ni todo lo contrario, pero dado que da más o menos igual porque uno no es ni tan bueno ni tan malo como se pueda imaginar, por los poderes que no tengo te concedo juego, set y partido. Un beso, encanto.

Mientras haya tiempo para compartir tu playa secreta y hacer que dos personas en este mundo descubran que hay lugares casi vírgenes, llenos de vida y gozo, supongo que el resto viene a dar más o menos lo mismo.

¿A quién le interesa que por puro aburrimiento haya leido buena parte de los libros de VTR, haya jugado a una joya del pasado y a raíz de todo ello me haya creado mi propio sistema de rol a base de d6?

Anónimo dijo...

Estoy bastante de acuerdo con lo que dices, y a algo similar tiendo yo pero...no te molestes por una duda:
¿Escribir esto mismo no es en sí, una contradicción, no escribes lo que criticas?
Por eso mismo yo no escribo blogs (y mejor no digo más al respecto xD)

Anónimo dijo...

crubi...creo q nos conocemos xD

nbinkd dijo...

No es exactamente a lo que te refieres, creo, pero este post me ha recordado varias cosas.
La primera es una reflexión de Russell que siempre se me quedó muy marcada. Decía algo así como que él pasó una depresión muy importante hasta que hizo una cosa: dejar de pensar en sí mismo. Pensó que reflexionar sobre su propio ombligo siempre le conduciría a la infelicidad. Yo lo comprendo, pensar sobre uno mismo es demasiado serio, demasiado grave, demasiadas susceptibilidades y sentimientos implicados. Cada vez que estoy algo de bajón, me acuerdo de Russell y realmente creo que es una reflexión genial.
Algo parecido decía Wilde en sus frases, muchas un canto al hedonismo y a la superficialidad. "Adoro los placeres sencillos, son el último refugio de las mentes complicadas" o "El asesinato siempre es un error. Uno nunca debe hacer nada sobre lo que no pueda hablar después de la comida." Aunque bueno, siempre estaba de broma.
Un profesor mío de la universidad decía que el mayor error de la evolución humana era el cerebro. Decía que las personas estarían mejor sin él.
Los niños son felices, en parte, porque viven en el presente. Pensar en el futuro preocupa, pensar en el pasado produce melancolía, o culpabilidad por lo que uno debería de haber hecho y no hizo. La felicidad es el presente.
Por otra parte, las personas suelen reportar un estado de auténtica felicidad cuando están enfrascados en algo absorbente: una película, un juego, pintar... algo que exige concentración y que produce que el tiempo se detenga.
Todos estos ejemplos de este ladrillo que he soltado se resumen en una idea: lo que provoca la tristeza es pensar. A mí también me seduce la idea de lo simple. No pensar mucho y disfrutar de los placeres sencillos, nos va bien a nosotros, porque somos complicados.
Saludos.

Rapunzell dijo...

Vaya por dios, y eso que una se reserva su verborrea para la web, donde no le da el coñazo a nadie que no quiera leer ladrillos.

Si es que nunca estáis contentos, oyes XD