Lo mío es la arquitectura efímera. Construyo unos espléndidos castillos en el aire, que luego son barridos por intransigentes folpes de viento, huracanes, tifones, o lo que toque según época y latitud. Son poquitos, de los millares que debo haber construído ya, los que permanecen impasibles, riéndose nerviosamente por la suerte de los demás. Creen, pobrecillos, que el día que les toque, los montones de escombros amortiguarán el impacto.
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