13.6.08

Justo lo que necesitaba.

Hay temporadas que parece que las cosas no vayan a salir. De ninguna de las maneras, además. Y son esas temporadas en las que parece que tengan que empezar a crecer enanos por los rincones, y dar vueltas y saltar hasta ocupar todo el espacio disponible, invadiendo todas y cada una de las áreas de tu vida, hasta las que pensabas que iban a mantenerse en su sitio en este momento. Que no hay manera, oyes.

Hoy me he llevado una sorpresa. No ha sido agradable. Básicamente ha consistido en que alguien me ha notificado que me echa de parte de su vida. Es una decisión personal, intransferible y, simplemente comunicada, apoyada por un montón de razones que interpreto totalmente erroneas y muy desacertadas. Me ha parecido una decisión cobarde, pero es que he descubierto hace poco que cuando alguien se comporta de esta manera no vale la pena intentar razonar. En otro momento de mi vida, seguramente, habría gastado gran cantidad de energía en perseguir a esa persona que creo honestamente que se está equivocando, y habría intentado razonar con ella, explicarle cómo veo las cosas, por qué pienso que puede no tener razón. Ojo; a mí se me puede dar por imposible por un montón de motivos... Pero no por esos, joder. No por esos.

Lo que sucede es que ahora mismo tengo muy poquita fuerza, y prefiero reservarla para salir del circo de tres pistas (de burocracia, notarios, vaciar armarios, rellenar formularios o modelos oficiales, hacer algunos planes y reordenar un poco mi vida) en el que se ha convertido mi realidad cotidiana.

Así que he cogido toda mi perplejidad, toda mi sorpresa, toda la rabia que he sentido y me la he envainado. He intentado dejar claro que no estaba de acuerdo, que interpretaba que se trataba de una equivocación, y que si algún día esa persona está dispuesta a discutir sobre ello va a saber dónde encontrarme.


Ahora no estoy para perseguir a nadie.


Tal vez dentro de un tiempo mire atrás y me arrepienta de no haber hecho el esfuerzo, de no haber insistido más. No lo creo, porque cuando alguien se marcha dejando una nota o dando un portazo te está diciendo que la decisión está tomada, y que no importa lo que estés dispuesto a hacer. No va a escucharte. Y eso me entristece.


Pero sucede que no estoy para perseguir a nadie.


Ahora mismo estoy para arrebujarme en el sofá, taparme con la mantita y hacerme un ovillo hasta que los gatos vengan a sentarse encima de mí, y ponerme a ver algo en la tele (sin demasiado criterio) hasta que el sueño me venza. Y descansar. Y reponerme. Y centrarme en cosas que me den energía, que me ilusionen.



Yo tengo la vista fija en las vacaciones, que espero que me traigan, al fin, un respiro. Creo que este año me lo he ganado.


9 comentarios:

Imperator dijo...

En efecto. Y ya falta muy my poquito.

la que no encuentra su sitio dijo...

Visualiza: vacacioneeeeeeeeeeeeees, vacacioneeeeeeeeeeeees :)

. dijo...

Oh sí, hermanos. Me he comprado una guía de Gran Canaria que tiene ya chorrocientos post-its en todas partes. A veces me doy miedito...

Vailima dijo...

Ignoro lo que hayas perdido con esa persona pero sé que ella se ha perdido mucho contigo. Ánimo y adelante.
Que ya falta menos
para lo que sea...
ya falta menos.

un abrazo grande, grande
Vailima

Capitan Napalm dijo...

En épocas de crecimiento, la ropa vieja se tira.

. dijo...

Vailima; vales un potosí. O dos.

Capi; ese comentario podría valerte un beso de rosca... Pero de los de sacarte la lengua por el ano. :@

Imperator dijo...

Eres una poetisa.

. dijo...

Oh, tengo grandes maestros.

Anónimo dijo...

La tela del destino

Si la vida se apaga siempre hay una vela para encenderla. La tela del destino no se paga llorando y es de cretino suspirar por una perla perdida cuando mil joyas guindan seguro aún nuestro existir. El futuro no puede ser vil de antemano y en las boyas que marcan el camino debemos atar las naves que brindan las claves del sobrevivir. En la mano tenemos el poder de cambiar las cosas que no marchan y de ocasionar aquello que no sucede. Bello será vivir si en el creer lo ideamos así y si en nuestro subsistir pensamos en positivo, bello será estar vivo. En las fosas donde caímos hallaremos lo que se nos esconde, incluso lo que perdimos, toparemos con lo que nos puso aquí: para amar nacimos y a amar nos fuerza la vida. Aquel que extraviado en su egoísmo no ejerza su obligación, con su querida ambición producirá un seísmo para el verdadero significado de su nacimiento y aunque lo conquiste todo no evitará hundirse en el lodo del desaliento, confundirse en una borrosa nebulosa vacía de sentido. Pues no viste la seda con vestido roto, y si ponemos coto al amor con él se veda nuestra alma. Porque el cable que nos une al cielo del bienestar no se empalma con posesiones sino con el ardor del vuelo de una sonrisa cariñosa, con el cantar sin prisa de las canciones que en su prosa ensalzan el duelo de los afectos. Y si con nuestros efectos personales no se calzan las pasiones, banales serán las emociones si no les damos salida. Dejemos pues, que hable el corazón, que acune cantando la brida de toda razón. Y esperemos. Pues si andamos la vida mimando más el querer que el tener vendrán seguro los fechas en las que las cosechas conviertan el duro sobrevivir en el elixir con el que se despiertan los más grandiosos momentos, aquellos en los que los odiosos tormentos decoran su tristeza con la pureza de bellos sentimientos que adoran nuestro existir. Pero debemos ir con cuidado de no engañar nuestros intentos con impostores amores, de no empañar nuestro querer con aprovechado interés. Pues no es de recio saber que en el quedarnos contentos se alimente el amor y necio será contentarnos con poseer la flor si no aprendemos a componer la norma que modele su hermosura, que sustente su valor. Porque amar no es conservar y en la horma del estimar no cabe el recibir sin dar. Y no sabe el cariño pastar sin ternura, la misma que das a un niño. Y no sabe el cariño pedir si no ofrece. Y suele pasar que el abandono el sentir no mece y un día descubrimos que nos faltaba el abono y la melodía que nos unía ha dejado de sonar. Y sufrimos un cisma, por no haber luchado aquel querer que aderezaba nuestra supervivencia perdió la paciencia y se fundió.

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Un abrazo

Miquel