A cada cual le reconfortan cosas distintas.
A mí, concretamente, una de las cosas que más me reconforta en el mundo es un baño bien caliente, con burbujitas, un libro y algo de música que acompañe.
Tal vez lo siguiente en esa escala sea ver (y escuchar) una tormenta desde algún lugar cómodo y calentito.
Pero hay veces que algo se cuela en esa lista; algo que no tenías contemplado cuya idea, a priori puede resultar atractiva, pero no necesariamene algo en el camino de esa paz que se experimenta a veces por los motivos más rocambolescos. Ese algo que consigue tocarte la fibra y te hace sentir un poquito más cerca del dulce dejarte ir.
Hoy he descubierto que un par de cervezas y una partida de billar, jugando por jugar, sin buscar ningún otro fin, puede tener ese efecto.
Qué cosas puede descubrirte una tarde lluviosa.