Supongo que todos habréis visto la película. La historia de este piso empieza a recordármela preocupantemente.
Después de mil y una aventuras y desventuras (creo que podría escribir un libro) y gracias a unos amigos que nos ayudaron con la mudanza (valéis un potosí, de verdad) nos hemos mudado, pero seguimos con los problemas, sobre todo con las instalaciones.
Hoy han empezado a instalar las tuberías nuevas del gas. Resulta que como los contadores estaban dados de baja desde hace un tiempo la instalación se tenía que adaptar a la nueva normativa y eso, evidentemente, era demasiado pedir a un piso con 35 años. Así que ya nos veis, a mi marido y a mí haciendo guardias para poder estar en casa con los lampistas, paletas y demás gente del gremio. Hasta aquí vale. Pero es que resulta que la instalación eléctrica tampoco se adapta a la normativa, y para conseguir el certificado hay que hacer toda la tirada de cable nueva. Toda entera. Por canal o con regatas, pro nueva. Y nosotros instalados y viviendo (o intentando vivir) aquí.
A veces las cosas se complican demasiado.
Eso sí; tengo unas amapolas preciosas en el armario.
Cuidado con Oscar Pulitzer
Hace 1 año