Bien, antes de empezar aviso de que esta es una entrada asquerosa, de las que no me gusta hacer, pero considero que tengo derecho a la pataleta y a sentirme terriblemente maltratada por el mundo (me he dado una semana de plazo para ello). No hacen falta comentarios del tipo "pobrecita" o "ya verás como la próxima vez va mejor". Ahora mismo no creo nada de ello. Eso sí; gracias por aguantar la vomitona. Ale, yasta.
Vuelvo a la cola del INEM. Esa es la noticia del día. El viernes mi ex-jefe me pilló por banda y me dijo que habían decidido que no siguiera en la empresa. Lo de siempre; no es nada personal (al contrario) pero es que (y aquí viene una sarta de excusas que estoy sólo dispuesta a aceptar como lo que son; excusas) la empresa está en proceso de ser comprada por un grupo industrial y las directrices van llegando cada día y han decidido que no me ajusto al perfil que ellos requieren porque para hacer bien mi trabajo requiero una determinada formación y experiencia que no pueden aportarme en el tiempo que tardarán en exigirles resultados y blah blah blah.
Puede sonar todo más o menos raro o consistente, el caso es que mi condición no ha cambiado.
Y el caso es que ya no sé si tirarme al tren o al maquinista. Llevo cuatro empresas en los últimos cuatro años, y tan sólo creo haber pinchado a nivel profesional en una de ellas. Aún así, en las otras, me han engañado, boicoteado, usado y han jugado conmigo. Y lo cierto es que no estoy segura de que la próxima vaya a ser mejor. Y eso me repatea.
Mi madre (que, como todos, tiene un millón de defectos pero es un peazo mamá) trataba de animarme diciendo que soy muy válida, que tengo mucho entusiasmo y una gran capacidad de aprendizaje, y que soy joven y todas estas cosas. A la pobre la dejé sin palabras cuando le contesté "¿Y de qué coño me ha servido todo esto hasta ahora?". Sí, puede que sea yo, o puede que sean los demás. Para el caso viene a ser lo mismo. A las primeras negritas os remito.
Sí, la gente me quiere y me valora y ahora mismo (tan sólo un día laborable tras la noticia) ya opto a tres puestos de trabajo nuevos. Pero es que ya no sé si los quiero. Me parece desesperante verme inmersa en este sumidero a los 26; pensar si mi próximo puesto va a durar 3 semanas o, a mucho estirar, un año... y otra vez volver al ruedo. No; no me siento con fuerzas para ello. Estoy por dar olvidarme del tren y el maquinista y pegar un volantazo, e irme a la caza de una canonjía.
O dedicarme al macramé. ¿Nadie necesita un macetero de macramé?
Cuidado con Oscar Pulitzer
Hace 1 año