Últimamente los diciembres se me hacen duros. Al fin y al cabo son como las últimas horas del día, en las que haces revisión de lo que has hecho y lo que debes hacer al día siguiente, o los domingos. No sé si conocéis aquélla canción de "Counting Crows", A long December. Me recuerda al diciembre en el que murió mi abuelo, el que hizo que los diciembres empezaran a cambiar para mí. Por estas fechas no puedo evitar escucharla y pegarme una buena llantina, de esas absolutamente terapéuticas.
Y, a pesar de todo, me gustan estas fiestas. Me producen una sensación cálida de cansancio y reflexión, de alegría cuando me encuentro con gente a quien casi no veo en todo el año, de tristeza cuando pienso en lo que he dejado atrás.
Este año ha sido duro. Para el mundo en general (por las desgracias que nosotros o el propio mundo provoca) y para mí en particular. Queda muy egoísta pensar así, pero creo que en el fondo nadie puede evitar ver el mundo desde su propio entorno y, de vez en cuando, está bien mirarse el ombligo.
Tengo grandes esperanzas respecto al 2006. Sé que es una tontería pensar que en una determinada fecha las cosas van a cambiar porque sí, como si se accionara un interruptor ajeno a nosotros sin que tuviesemos que intervenir para nada, pero no es más que otra forma de confiar en el cambio que se produce de forma constante dentro de cada uno. Qué queréis, cada cual hace sus propios propósitos para el año nuevo... El mío es cambiar mi suerte (por llamarlo de alguna manera). Y es mi propósito porque creo firmemente que puedo hacer mucho al respecto, y pienso ponerme manos a la obra desde ya. Sí, también pienso escribir aquí más a menudo.
Sé que soy una mal educada y no me he dedicado a desear a mis amigos y conocidos felices fiestas y tal... Supongo que me perdonaréis porque sabéis que mi deseo es que lo paséis en grande todos los días del año, no solo por estas fechas. Así que daos todos por felicitados. Espero que lo paséis en grande, de todo corazón.
Cuidado con Oscar Pulitzer
Hace 1 año