La finca en la que vivimos actualmente tiene portero. Es un chico muy majo, muy discreto y muy servicial. No es que sea una vivienda de lujo ni nada por el estilo; es una finca con ocho pisos y cuatro puertas por rellano, todos los pisos son de alquiler y de un mismo propietario, con lo que interpreto que, en cierta manera, su papel es tanto de portero como de vigilante; debe ser los ojos del dueño.
En la finca hay vecinos que llevan aquí deesde que se contruyó el edificio, esto es, unos 35 años. Todos nos han acogido muy bien; las conversaciones de ascensor son de lo más educadas, incluso he tomado café con alguno de ellos. Una comunidad bien avenida.
Eso no quita que la mayor parte tengan algo de "marujas". Vale, yo no me meto con nadie, pero siempre hay historias curiosas a tu alrededor, y hace gracia conocerlas.
Compro cosas por Ebay y llegan a mi casa paquetes de Estados Unidos, Australia y otros puntos de la piel del toro. Hoy me ha llegado un paquete. El paquete era grande y no cabía en el buzón, por lo que el portero lo ha recogido. El embalaje no era demasiado grueso y, con el simple tacto, podía intuírse su contenido.
Un látigo. Qué queréis, soy el
Ama del Calabozo en determinados ambientes, y eso es parte necesaria de mi disfraz...
No queráis imaginar la media sonrisa del portero cuando me lo ha dado. Estoy segura de que mañana media finca sabrá que, en el fondo y tras la apariencia de niña buena, seria y recatada con la que me visto cada mañana, a mí me va el cuero.