Ultimamente estoy de lo más perro con el blog. Tengo tantas cosas que hacer y que contar que da vergüenza, pero el caso es que me cuesta ponerlo en prosa, negro sobre blanco, tecla a tecla...
Sí debo confesar que un día cogí una libreta en blanco y mi pluma y me puse a escribir. Cositas, tonterías, un pequeño recordatorio, un par de fechas. Y el caso es que me he viciado. Un diario como los de antes, de los que nadie lee, de los que te permite pegar recuerdos y donde no importa si nadie entiende lo que digo. Me sobra y me basta y, en cierta manera, me reconforta. Qué tontería.
Otra cosa que estoy haciendo es algo que en los países anglosajones se llama "scrapbooking", es decir, perder el tiempo forrando cosas de papel, añadiendo cintas, pegatinas y fotos. Sinceramente creo que es como coser, aunque los resultados son bastante mas inmediatos, y resulta igual de relajante. Las manualidades vuelven con fuerza.
Además mi señor marido y yo nos hemos apuntado a bailes de salón. Topicazo donde los haya nos servirá para distraernos un poco, que ya nos conviene. No sé, pasado el verano se me antoja que el otoño se nos va a hacer muy monótono, y esto puede resultar una buena forma de romper la rutina. O no. Ya veremos...
En el horizonte hay dos cosas; el (espero) final de carrera y unas halagüeñas perspectivas laborales. Ya veremos si alguna de las dos cosas acaba cuajando (tecleó ella con la ceja arqueada), pero ambas parecen dulces y apetecibles zanahorias a un palmo de mi morro.
Y, como siempre, un montón de cosas, casos, matices y perlas que me reservo para mí. A veces se hace complicado esto de escribir, sobre todo cuando hay tanto que contar...
Cuidado con Oscar Pulitzer
Hace 1 año