15.6.07

Puntas

En todos los trabajos que conozco hay puntas. Momentos de saturación. Algunos son constructivos y estimulantes, porque suponen retos con resultados a corto plazo. Otros, como el que vivimos ahora en la oficina, es de los chungos. Andamos ahogados de trabajo administrativo, rutinario y desagradecido, que se suma al que tenemos habitualmente. Y en mi caso me encuentro, además, con el hándicap de estar de cara al público, teniendo que esforzarme siempre para ofrecer mi mejor cara.
No me quejo demasiado en serio, que al fin y al cabo es soportable, pero llevo encima un desgaste tanto físico como psicológico muy importante (más o menos el que supone un mes y medio din un día de paz y tranquilidad), y a unos tres meses de las vacaciones.
Y eso, claro, hace que surjan roces a todos los niveles.
Estoy con un estado de ánimo entre la rabia y la abulia; una especie de resaca de un subidón de adrenalina mal sublimado. Uno de esos que no se pasa ni con una buena pedicura.
Claro que eso sólo he podido averiguarlo después de una buena pedicura.

9.6.07

Día 47 - El principio del fin

Pocas veces esta frase tiene connotaciones positivas, pero esta es una de ellas. Señoras y señores, mi precioso pisito empieza a cobrar forma.
Hoy hemos estado dándonos un tute con mis padres, construyéndo el cabecero de la cama. Es una estructura de madera, forrada con lamas como las que se usan a veces para forrar paredes. Ha traído trabajo, porque teníamos que salvar una columna, pero creo que el resultado (que se verá al completo la semana que viene) valdrá con mucho la pena.
Por otra parte mi terraza rebosa vida. He plantado hortalizas, rosales, una gardenia y plantas aromáticas, que están francamente espectaculares. Y los gatos están completamente adaptados, como estas fotos demuestran.
Además hemos empezado a colocar un panel japonés en la entrada, que me da a mí que quedará espectacular.
Por fin (por fin) empiezo a verle el final a la gran aventura de esta mudanza. Y me siento tranquila.