Hace días que no escribo. Lo cierto es que es ni más ni menos que culpa de la pereza, que es muy pegajosa, y no me permite hacer más que lo puramente imprescindible. Será la primavera o seré yo, pero estoy un poco apática.
He decido saldar algunas deudas con mi cuerpo. Empezando por visitas que tenía pendientes a los distintos médicos. Tal vez lo más destacable sea que he vuelto al
neurólogo para ver si acabo con mis dolores de cabesa. He empezado un nuevo tratamiento que promete bastante (los chupinazos para la migraña parece que funcionan bien, aunque son terriblemente caros). El viernes me dan los resultados de la resonancia de rutina que me pidieron (una experiencia francamente interesante, aunque no es la primera que me hacen) y tendré que volver a visitar al médico.
También me estoy planteando seriamente la posibilidad de pedir un
estudio genético para valorar las probabilidades de desarrollar un cáncer. Tal vez parezca demasiado alarmista, pero tanto mi abuela como mi bisabuela han desarrollado cáncer, y a mi madre le han encontrado algo (aún por clasificar, estudiarán su desarrollo). Si hoy en día hay herramientas que me pueden decir si me conviene hacerme chequeos cada seis meses en lugar de cada doce o veinticuatro no veo por qué no debería aprovecharlos.
También les debo una visita al traumatólogo (para segur la evolución del codo) y al oftalmólogo (seguimiento de la operación de la miopía). Al final me aficionaré al olor de los hospitales...
Y por si fuera poco
me he apuntado a un gimnasio y además voy. De momento. Son dos semanitas y he ido un total de cinco veces. Puede considerarse poco alentador, pero espero que sirva para fijarlo como hábito y volver, de una vez, a ponerme un poco en forma.
Tengo aún unas cuantas cosas en la lista de pendientes, pero por ahora he decidido centrarme en estas, que son fáciles y no ocupan demasiado tiempo. A ver si así consigo que la pereza no me venza... Del todo.