En mi vida falta una voz en Off.
Un narrador omnisciente, que ponga en palabras las ideas que vagan por mi cabeza, las ordene, las hile y las desgrane con paciencia.
Una voz atractiva, un poco ronca para que suene más interesante, que vea el cuadro al óleo que pintan mis sinapsis y sepa describirlo, como si lo supiera todo sobre mí.
Un par de
flash backs que expliquen el por qué de tantas cosas, y luego muestre ése rincón de mi historia que me ha marcado, y que yo no puedo recordar.
Alguien que le ponga nombre a éste cúmulo de sensaciones desapasionadamente, objetivamente. Friamente.
Alguien que diga cuando soy de veras feliz, a quien nadie cuestione ni abrume con preguntas absurdas.
Alguien que no se deje arrastar por el torrente de cosas que le tengo preparado.
Un apuntador que me susurre al oído y me diga las palabras mágicas que servirán para que la película tenga ése tipo de final abierto que dá a entender el tan deseado
...y fué feliz por siempre más.