Poco a poco el piso va cobrando forma. Eso sí; muy poco a poco. Hoy tocaban los últimos apaños de yeso, rellenando huecos. La verdad es que ha quedado decente, teniendo en cuenta que no soy profesional, casi tanto que me da penita que mi pequeña obra de arte no vaya a ser contemplada y comentada por los futuros visitantes del piso. Qué se le va a hacer.
Lo demás ha sido un poco menos gratificante, aunque hay que sacarle lo positivo; creo que si alguna vez tengo que condenar a alguien que verdaderamente lo merezca a una condena terrible le pondré a decapar. Puede sonar hasta glamuroso, pero os juro que pensar que no puede estar tan mal es uno de los peores errores que podéis cometer. Aceptad un consejo; nunca, JAMÁS os propongáis decapar nada.
La siguiente tortura es la cocina. Es decir; montar la cocina. Es una auténtica locura, pero al menos vas viendo los progresos y eso anima. Hoy hemos terminado una cajonera. Con cajones. Que cierran. Es maravilloso.
Pero os puedo asegurar que lo mejor del día es cuando la vecina que vive en el piso de arriba, justo enfrente (estuve hablando con ella cuando lo de las goteras; desde su fregadero se ve el mío y un trozo de cocina) me ha saludado, y se ha quedado de piedra cuando le he asegurado que no había cambiado el suelo del piso, que sólo había limpiado. Al final la he invitado a bajar para que lo viera, y ha alucinado pepinillos.
Resultan curiosas, estas pequeñas anecdotas. Espero que al final sea lo que menos me cueste recordar. Porque os aseguro que estoy molida.
Alba Celaya salta con Bamby en abril de 2023
Hace 1 año
2 comentarios:
Meravellosa calaixera, corroboro.
Mmart
Juer, pues tarde me ha llegado el consejo... Ya no sé cuanto tiempo llevo decapando la mecedora de mis abuelos...
Saludos desde Sabadell. Elengaer
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