Lo cierto es que el piso va a buen ritmo, pero todo se me hace eterno. Es lo que pasa cuando tienes muchas ganas y medios limitados. Contamos con el apoyo y fuerza de trabajo de nuestras familias (que parecen tener asumido que son mano de obra barata), que además nos alegran el día (anteayer pintábamos cantando a pleno pulmón "Angelitos negros", entre otros).
Las estrellas estos días están siendo la pintura, de color blanco nuclear, y la vorada, que hace lucir el alicatado como si fuese nuevo. Es cansado y aburrido, pero el resultado es francamente espectacular. Ya casi parece un piso donde vivir.
Mañana nos toca decapar laca de puertas, ventanas y marcos, lacar de nuevo, seguir con suelos y paredes y estar al loro de los transportistas, que nos traen los muebles de la cocina y los electrodomésticos. Tengo que echarle un montón de fotos al piso, más que nada para, dentro de un tiempo, recordarme a mí misma esta odisea.
Algunas cosas son bonitas porque sí. Así, sin maquillaje, sin anestesia, sin adornos. Lo de estos días lo es.
Alba Celaya salta con Bamby en abril de 2023
Hace 1 año
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