Resulta curioso pensar que vivimos en un universo (que acaso no sea el único) con un número aún indeterminado de sistemas y galaxias, intentando otear qué hay más allá a través de unos tubos metálicos con cristales (enormes, eso sí), o enfocando micros hacia la oscuridad por si oímos algo, que parece que nos inquieta pensar que estamos solitos en el barrio, y todo esto lo referimos a este ahora inexistente, entre todo el tiempo que ha pasado desde que el tiempo es tiempo y el que pasará hasta que deje de serlo. Mires a donde mires, las cosas (espacio, tiempo, materia) tienden a infinito, y de tan grandes y lejanas parece que huyan de mi comprensión. Eso, realmente, causa angustia si lo piensas mucho.
Así que he decidido mosquearme porque no tengo con quien bajar a desayunar.
Creo que no me sienta bien leer a Asimov.
Alba Celaya salta con Bamby en abril de 2023
Hace 1 año
2 comentarios:
Bueno, tu caso no es único. Oniric también comentó en su blog acerca de todo ese cacao que bullía por su mente.
No le eches la culpa a Asimov, que la tenemos .... :-D
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