13.10.05

G y L, o cosas que quedan fuera de mi alcance.

Es verdad como a veces las grandes verdades caben en pocas palabras. Otra cosa muy distinta es que si se entregan así, en píldoras, casi casi no curan. Pongamos por ejemplo:


Versión corta. Hoy he tenido un mal día. ¿fácil, no?


Va, ahora la de revolcarse en el fango. Estoy resfriada y casi afónica. Hace algunas noches que me despierto de madrugada, crispada de nervios y de rabia, y me cuesta un par de horas volverme a dormir. Al día siguiente no soy nadie. No sé qué habría dado por no tener que salir de casa; llovía y mi moto está casi sin gasolina. Me armo de valor, subo en el cacharrillo y llego casi del tirón al trabajo.


Me tomo un cafetito sola antes de entrar a la oficina. Rezo para que el ascensor no esté estropeado (hoy no lo está). Llego a la oficina y resulta que, con las lluvias de ayer, la mitad del yeso del techo del local se ha venido abajo. Todo está húmedo y huele a moho. Hay despachos prácticamente intransitables. Mi zona está bien, pero me piden que me ponga un momento en centralita mientras se aclaran con el tema de los seguros. Lo hago gustosa. Al cabo de un rato cambian de opinión y deciden que es mejor que me coloco en mi sitio para no molestar ahi en medio. Lo hago sin rechistar. No tengo red ni teléfono.


Aviso a uno de los técnicos para que revise qué pasa con mi equipo, y el jefe me dice que aproveche para ir a tomar un café. Lo hago encantada y le propongo a una compañera que baje conmigo. Tarda más de media hora, pero al final baja.


Nos sentamos a la mesa y pedimos. Empezamos una charla intranscendente. Llama otro compañero, dice que se apunta. Cuando llega, ambos pasan a ignorarme de la forma más descarada del mundo. Les digo que me voy. Me dicen que vale.
Paso por la farmacia y compro algo para el cuello. Joder, yo debería estar en casa.

Subo a la oficina y me cruzo con los técnicos que me dicen que todo lo mío funciona bien. Me siento en mi puesto y resulta que no funciona nada. Estoy nervisa, me voy a trabajar a la máquina de un compañero. No tiene los permisos ni es software que necesito. Mierda.


Sigo vagando por el despacho, decido mirar el correo personal. Ninguna sorpresa (claro). Hay un mamón que no me envía unos precios que necesito. Le pido a una compañera que le llame. Le jura que antes de acabar el día los tiene. Gilipollas. Parece que mi PC por fin funciona. Me pongo a redactar proyectos. Así hasta las 13:50, hora a la que decido irme. Antes de cruzar la puerta, me pongo a ayudar a las compañeras a vaciar su despacho. Es que soy imbécil.


Voy a comer con dos amigos que intentan animarme. Están seguros de que mi estado de ánimo (decaimiento y bandera blanca) es transitorio, y que en realidad puedo merendarme el mundo. Y yo, incapaz de fundirme el flan. Vuelta puntualísima al trabajo. Están entrevistando a una chica. Nadie me habla, tengo la sensación de ser transparente. Vegeto un rato ente la pantalla reteniendo las náuseas. Consigo no devolver, pero tengo que ponerme la chaqueta.


Acabo de redactar los proyectos y se los mando al jefe para revisión. Los retoco y se los vuelvo a mandar. Envío otro mail preguntando por los precios. Salen la entrevistada, el jefe y una de las chicas. Les oigo ponerse a reir. Pasan por delante de mi mesa sin siquiera mirarme. Se van a fumar. Espero pacientemente aque alguien me llame para presentarme a la chiquilla, cosa que no se produce. Envío un mensaje instantaneo a una de las chicas preguntando jovialmente "¿Tenemos chica nueva en la oficina?". Silencio sepulcral. Me acerco a la sala de fumadores para preguntar lo que nadie me responde por mail. Todos apagan sus cigarros y me dan largas. Me quedo con cara de pasmarote en la cocina hasta que oigo como las chicas rien a carcajadas. Me dirijo a mi sitio mientras todas me miran. Oigo un "luego te miro eso". "No te preocupes, cuando puedas", respondo.


Me siento en mi sitio y contengo las ganas de llorar (que se han sumado a las nauseas).


Estoy enferma, sola y encadenada a esta silla, en las antípodas de las risas y de la gente. No recuerdo haber matado al padre de ninguno de ellos, ni haberles dicho inconveniencia alguna. Sólo recuerdo a un buen amigo diciéndome este mediodía "será que te lo buscas". Sin afán de patetismo alguno; sólo pretendo entender qué puede haber pasado.


Días como hoy habría que poder saltárselos o, cuando menos, quedarse simplemente en unas pocas palabras.

5 comentarios:

Imperator dijo...

Pobrecilla :(

. dijo...

Nada de pobrecilla, que todos sabemos que la vida é mu chunga. Será que aún queda epidermis por curtir.

Imperator dijo...

Ea, pues a curtirse el cuero :)

. dijo...

Joer, Odi, un día de estos te responderé a todo lo que preguntas...

. dijo...

Impe; cuero, y del bueno XD