Hay veces en las que las cosas parecen sencillas, y en el fondo no lo son. Hoy es festivo, y yo debería estar durmiendo, como hace una hora, como desde que me acosté ayer. No tengo sueño. Cuando la ciudad vaya despertando, o este mediodía toque ir a comer con parte de mi familia andaré preguntándome por qué no he dormido más. La respuesta es sencilla; hay noches en las que no tengo sueño. Eso, a veces, es difícil de sobrellevar. Una noche sin sueño se hace eterna, y el día de después más aún.
Pero una noche sin sueño también te da tiempo. Para leer, para ordenar el correo... Para redactar una entradita para el blog. Para pensar, sin prisas, a solas. A veces las noches sin sueño cunden. A veces son muy curativas.
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