12.8.08

Involucionando

Hace pocos días hablaba con alguien a cerca de un fenómeno al que yo denomino involución. Qué queréis; tal vez no sea la palabra más adecuada, pero es la primera que vino a mí cuando me dí cuenta, y sigo usándola sin complejos.



Valga decir que esta entrada pretende ser totalmente respetuosa y describir, simplemente, un fenómeno que me llama la atención y en el que yo también caigo a menudo.


A menudo me doy cuenta de que la gente tiende a pensar mucho, y gasta ingentes cantidades de tiempo y energía en explicar con todo lujo de detalles todo lo que ha pensado. Y, cómo no, cada cual acostumbra a dedicarle la mayor parte del esfuerzo a su tema favorito, que acostumbra a ser su propio ombligo.



Hay muchas personas a las que quiero horrores y a quienes a penas conozco. Probablemente no sé cuándo es su cumpleaños, ni nada sobre su familia u otros amigos, y seguramente tampoco sabré qué estudiaron ni en qué trabajan. Y sin embargo, cuando hablo con ellos o (sobre todo) leo sus blogs ingurgito párrafos como ladrillos a cerca de su filosofía vital, la forma en cómo concilian sus escalas de valores con el cenagal de sus vidas cotidianas o lo mucho que han aprendido a raíz de tal o cual hecho. Y hay gente a quien, además, le sobra tiempo y ganas para discrepar, indignarse y/o discutir sobre cómo ve otro la vida. Unas pasiones del recopón, todo muy digno de "el pensador" de Rodin, muy profundo. Qué interesantes, filosóficos o crípticos (márquese con un círculo donde proceda) somos todos.



No pretendo ser descortés en absoluto, pero sucede que cuando intento centrarme en esos términos éticos, morales y vitales demasiadas veces me siento como Hommer Simpson en esta ilustración, con un mono fascinante tocando sus platillos al ritmo de "chin, chin, chin, chin....". Porque hace tiempo que decidí involucionar.



Que nadie vaya a pensar que ha sido una tarea sencilla; la sociedad, hoy en día, premia la grandilocuencia, los grandes discursos, los grandes planes, las filosofías elaboradas y primorosamente expuestas. Los imagino como regios castillos de bases sólidas, con cimientos sólidos y gráciles torres que se tambalean pero nunca caen, con pendones de colores vivos reluciendo al sol (hacedme el favor de leer esto con voz particularmente grave y modulada). Yo soy su víctima, y los he creído necesarios durante demasiado tiempo. Y siguen ahí. Pero sucede que un buen día me fijé en que, en realidad, lo que andaba haciéndome eran pajas mentales a dos manos. Mis decisiones, mi filosofía, mi escala de valores y tantas otras cosas solo me importan a mí. Y hay veces que ni si quiera eso. No afectan a la rotación de la tierra, por fuerte que piense o crea, o por tantos sitios donde lo publique. Que nadie se eche las manos a la cabeza; no soy rácana expresándome ni explicándome (aunque a veces me cuesta un poco), pero prefiero mil veces hablar sobre lo que hago, lo que me sucede, y encontrar lugares comunes apelando a cosas que todos podemos entender facilmente y sobre las que podemos hablar sin subir la voz. Siempre hay tiempo para una bronca enriquecedora.

La vida es, demasiadas veces, corta, complicada y puñetera de por sí. Y creo sinceramente que no tengo por qué hacérsela más compleja a los demás... Ni a mí misma. Si alguien quiere saber, preguntará. Y responderé gustosamente, más aún si es ante una cerveza.

Hace tiempo que he decidido hacer un "back to basics" y disfrutar de cosas que me hacen sentir feliz, e intentar que los demás sean también un poco más felices a mi paso. Sin agobios, claro, que cada uno es responsable de su propia realidad. Pero, si está en mi mano, es probable que intente compartir parte de la belleza y diversión que percibo en las cosas más simples. Los juegos. La comida. Los amigos. (Nota; me gustaría incluir "el amor" en este listado, pero la experiencia me demuestra que eso puede ser terriblemente complicado, aunque sea tan y tan gratificante que valga la pena no dejar de intentarlo. Ya veis; toda norma tiene excepciones...). A veces debo parecer una cría, y eso disgustará a mucha gente, pero eso es algo que me preocupa poco. ¿Os habéis fijado que los críos ríen mucho más a menudo y acostumbran a parecer mucho más felices con cosas más sencillas? Eso es porque es posible. Y no es ni si quiera difícil.

Así que voy a servirme otra porción de pizza, un poco más de vino y sentarme en el sofá con mis gatos. En Barcelona hace una noche estupenda, y siento un cansancio dulce aflojando poco a poco mis músculos. He pasado unos días estupendos de juegos, diversión y cariño, y en breve (muy en breve) van a venir más. Y esta vez no tienen fecha de fin. Eso contribuye mucho a tener un estado de ánimo como el de hoy. Estoy deseando empezar a colocar libros y a tirar lastre.

Hay pocas cosas más reconfortantes que la sensación de estar haciendo justo lo que debes estar haciendo. Y pienso quedarme a vivir ahí. Hasta que me echen.

29.7.08

Tú también puedes

¿Notas esa tirantez? Una curiosa tensión que se adueña de las comisuras de tus labios, que tira de ellos hacia las orejas, que hace que se achinen tus ojillos. Es algo conocido, ¿verdad?. Yo juraría que no lo has olvidado.



Como montar en bici, oiga. Reir es algo de lo que nunca te olvidas.

21.7.08

Ordenando

Hoy me he dedicado a hacer cosas que tenía pendientes. He cambiado el grifo de la ducha (con la inestimable ayuda de mi señor padre), he ido a comprar cosas de menaje y jardinería y he arreglado la mayor parte de la terraza.

Empieza a ser un poco tarde (con todo lo que me queda por hacer) para decir que voy a ir a descansar pronto, pero es casi cierto. Me duelen los riñones y estoy cansadísima. Pero es grato. Es la paliza de haber hecho algo por mí misma. Y eso es bueno.

Esta va a ser la primera noche en meses que pase sola en casa. Mis dos compañeras están de viaje, y los únicos ruidos que oigo son los que los gatos o yo provocamos. El ronroneo de la tele. Música en el ordenador. Y luego, el silencio.

Siento esto como un regalo; el de poder recuperar solo para mí por una noche lo que en un tiempo fue mi territorio. En estos tantos metros cuadrados me siento en casa. Es un espacio que he compartido; algunas veces por decisión propia, otras por obligación. En breve voy a compartirlo con Imperator, y ardo en deseos de que llegue ese día. Pero esta noche dormiré sola en casa; más sola de lo que he estado en tiempo, y la última vez que eso sucedió las cosas eran muy distintas. Días y noches como la de hoy son necesarias para poner las cosas en su sitio. Física y metafóricamente hablando. Hay veces en las que la soledad parece una condena. A veces es una grata compañera.

Creo que hoy descansaré de lo lindo. Me hace falta.

16.7.08

Al final de la calle.

Creo que veo la arena. Bueno, al menos una parte de ella. Ahora toca aguantar el último tirón.

15.7.08

Pobre de mí

(Otro post emo. Ya conocéis vustros derechos. Será la fase lunar, qué queréis que os diga)

¿Sabéis qué? Que estoy harta. Se terminaron los Sanfermines y sin haber visto un encierro no me libro de los toros, que me persiguen implacables cuesta abajo. No encuentro un burladero, no puedo entrar en las vallas y ni si quiera veo la arena; ando resbalando y tengo la terrible sensación de que en cualquier momento van a cornearme o arrollarme. Pobre de mí.

Sigo al pie del cañón y hago lo que puedo. Tal vez no sea tan malo estar simplemente cumpliendo. No estoy tan mal, pero ando lejos de estar como quisiera. Me siento en un estado de resaca permanente; vuelve a dolerme la cabeza. Ando a la espera de poder arreglar un montón de cosas que no terminan de concretarse, y me obligo a poner buena cara y a tirar y a cuidar de demasiada gente. Cuando intento hacer las cosas fáciles para los demás; mal. Cuando intento hacerlo fácil para mí; peor. Parece que no acierto nunca. Pobre de mí.

Tengo la sensación de protagonizar una peli de Almodóvar, a la que solo le faltan un travesti y unos pendientes de plástico. Quiero un respiro, una área de servicio, un oasis o una tregüa. Las vacaciones no llegan nunca, y me siento incapaz de mirar más allá de mañana por la tarde. Tengo la nevera vacía y ninguna gana de llenarla. Ni si quiera me apetece cocinar. Algunas plantas de mi terraza han muerto, y aún no he retirado los cadáveres. Qué bien se postergan las cosas en estos momentos. Pobre de mí.

Quiero un abrazo de mi madre. Quiero calor, comprensión y compañía. Quiero dormir de un tirón esta noche. Quiero apasionarme con un libro, engancharme a un videojuego, fotografiar cosas bonitas y reirme a carcajadas. Quiero poder agradecer que no haya sido peor, mirar este post en unos días, y burlarme de lo bien que se me da ser la reina del drama. Pero ahora quiero que terminen estos Sanfermines. Y poder entonar con sorna mi propio Pobre de mí.

8.7.08

Enmendándome a mí misma

(OJO; este es otro post emo. Podéis remitiros a advertencias en los anteriores para conocer vuestros derechos, y para tranquilizaros respecto a la importancia que puede dársele a algo así aquí. He dicho.)
Últimamente ando frustrada con un montón de cosas. Y la principal, aunque supongo que en el fondo es una gilipollez, es que no consigo sacudirme de encima la sensación de tristeza que me acompaña. No es lo único que me sucede, claro. Estoy cansada, y eso se nota. Mi rendimiento es bajo en un montón de cosas en las que normalmente estaría dándolo todo. Me cuesta terminar lo que empiezo y entusiasmarme en nuevos proyectos. Me siento como los protagonistas de "Esta casa es una ruina"; enfrentándome a un montón de cosas que requieren de prácticamente toda mi atención y mi buen saber hacer, y a las que no puedo dedicarme como debiera. Me siento como si estuviera construyendo la casa de mis sueños para otro, poniéndole un montón de ganas, y viendo como todo se echa a perder poco a poco o del tirón. Un montón de esfuerzo en vano. Y eso cansa.



Pero todo esto se ve entorpecido por esta tristeza.
Estoy triste.
Del mismo modo que estar cansado puede resultar algo épico, noble, digno de ser aplaudido, la tristeza es uno de esos males que representa que los padece quien quiere. Cada cual puede decidir estar o no triste, y darse más o menos cancha para recuperarse de una época poco amable. Cuando eres consciente de eso (al menos a mí me sucede) terminas sientiéndote gilipollas por no ser capaz de quitártela de encima, más aún si te repites contínuamente que todo esto está sucediendo porque tú lo permites. No puedo evitarlo, aunque sé que debería poder hacerlo. Y eso tampoco ayuda.
Siento que mis esfuerzos en un montón de campos son estériles, y me repatea. Vivo en una contínua sensación de provisionalidad, y me repatea. No consigo concentrarme ni comunicarme como debería, y me repatea. Y me cuesta dejar de ver las cosas mates y plomizas, y eso lo hace todo mucho más complicado. Y me siento gilipollas por ello. Y me repatea.
Queda menos de un mes para las vacaciones. Ains...

3.7.08

Tal como yo lo veo

Este año he aprovechado la coyuntura (de mi cumple y que hacienda ha tenido a bien devolverme el dinero que llevaba un año ahorrando por mí) para hacerme un regalo que hace tiempo que quería; una cámara de fotos.

Sí, vale, ya tenía una. Una de esas pequeñitas y compactas, ideales para llevar en el bolso y que no me dolería en el alma perder. Pero ahora quería otra cosa. Quería tener la oportunidad de aprender a plasmar cosas, situaciones, rostros y lugares de aquellos que se quedan grabados en la retina.

No es de las mejores (no sabría aprovecharla suficiente, a parte de que no podría permitírmela...) pero me basta para retratar con nitidez cosas que me gustan.

Y gracias a ella puedo demostrar que tengo al gato más lindo del universo viviendo en casa. Esta es la prueba.


1.7.08

Ya están aquí.


Son mis últimos veintitantos. Y todo lo que se me ocurre ahora mismo (echémosle la culpa a mi estado hormonal, o algo) es un rosario de cosas por las que me apetece saltarme el día de mi cumpleaños.
Así que voy a levantar la frente y volver a poner mi mejor sonrisa de azafata del 1, 2, 3. Porque hay muchas cosas de las que alegrarse, y de nada sirve pensar en lo que nos entristece.
Porque, estoy segura, en adelante todo irá mejor.

23.6.08

La noche de las brujas.

La vigilia de San Juan acostumbra a celebrarse por estos lares una gran fiesta. Totalmente pagana, sin más excusa que trasnochar y pasarlo en grande. Este año va a ser especial para mí, y deseo que lo sea para todos vosotros. Y ahí va la que espero que sea su banda sonora.



Feliz noche.

14.6.08

Información práctica - Calendario de Nur Viajera

Vale, vale, cederemos ante la evidencia. Me muevo más que la compresa de una coja (menos en Julio, fíjaje tú). Aquí tenéis el calendario para saber dónde voy a estar.

Lujos de andar por casa.


Desde hace una temporada, retomando mi política habitual de disfrutar de las pequeñas cosas, tiendo a hacerme mini-regalos de esos que no cuestan casi tiempo, ni dinero, ni son nada especial. Entre otras cosas intento aprovechar los ratos de buen tiempo para ir a tomar un poco el sol, salir por ahi con los amigos aunque sea solo un ratito, cocinar para mí misma o regalarme, de vez en cuando, algo realmente especial.


Una de esas pequeñas cosas es una botella de Cognac. Henessy, en concreto. Es una marca a la que tengo especial cariño por haber sido mi licor de sobremesa en ocasiones realmente dulces para mí.


Así que aquí ando; instalándome el WoW (sí, voy a darme al jaco) después de una comida con amigas, antes de echarme una siesta del recopón y saboreando una copita de Henessy (aunque calculo yo que debe ser la enésima) antes de plantearme qué voy a cenar para salir luego de copas.


Como dirían algunos... "Qué asco de vida" ;)

Ain't no sunshine

Va por tí, cielo.

13.6.08

Justo lo que necesitaba.

Hay temporadas que parece que las cosas no vayan a salir. De ninguna de las maneras, además. Y son esas temporadas en las que parece que tengan que empezar a crecer enanos por los rincones, y dar vueltas y saltar hasta ocupar todo el espacio disponible, invadiendo todas y cada una de las áreas de tu vida, hasta las que pensabas que iban a mantenerse en su sitio en este momento. Que no hay manera, oyes.

Hoy me he llevado una sorpresa. No ha sido agradable. Básicamente ha consistido en que alguien me ha notificado que me echa de parte de su vida. Es una decisión personal, intransferible y, simplemente comunicada, apoyada por un montón de razones que interpreto totalmente erroneas y muy desacertadas. Me ha parecido una decisión cobarde, pero es que he descubierto hace poco que cuando alguien se comporta de esta manera no vale la pena intentar razonar. En otro momento de mi vida, seguramente, habría gastado gran cantidad de energía en perseguir a esa persona que creo honestamente que se está equivocando, y habría intentado razonar con ella, explicarle cómo veo las cosas, por qué pienso que puede no tener razón. Ojo; a mí se me puede dar por imposible por un montón de motivos... Pero no por esos, joder. No por esos.

Lo que sucede es que ahora mismo tengo muy poquita fuerza, y prefiero reservarla para salir del circo de tres pistas (de burocracia, notarios, vaciar armarios, rellenar formularios o modelos oficiales, hacer algunos planes y reordenar un poco mi vida) en el que se ha convertido mi realidad cotidiana.

Así que he cogido toda mi perplejidad, toda mi sorpresa, toda la rabia que he sentido y me la he envainado. He intentado dejar claro que no estaba de acuerdo, que interpretaba que se trataba de una equivocación, y que si algún día esa persona está dispuesta a discutir sobre ello va a saber dónde encontrarme.


Ahora no estoy para perseguir a nadie.


Tal vez dentro de un tiempo mire atrás y me arrepienta de no haber hecho el esfuerzo, de no haber insistido más. No lo creo, porque cuando alguien se marcha dejando una nota o dando un portazo te está diciendo que la decisión está tomada, y que no importa lo que estés dispuesto a hacer. No va a escucharte. Y eso me entristece.


Pero sucede que no estoy para perseguir a nadie.


Ahora mismo estoy para arrebujarme en el sofá, taparme con la mantita y hacerme un ovillo hasta que los gatos vengan a sentarse encima de mí, y ponerme a ver algo en la tele (sin demasiado criterio) hasta que el sueño me venza. Y descansar. Y reponerme. Y centrarme en cosas que me den energía, que me ilusionen.



Yo tengo la vista fija en las vacaciones, que espero que me traigan, al fin, un respiro. Creo que este año me lo he ganado.


5.6.08

Bola

Hay veces que los sentimientos se acumulan. A veces me sucede que los noto en la barriga, formando una especie de pelota que no va ni hacia arriba ni hacia abajo, y termina por dejarme hecha un cuatro (calambres y malestar físico incluído).

En estas ocasiones, supongo, lo que toca es imaginarlos como un ovillo de lana del que hay que buscar el extremo para ir tirando de él, desliando poquito a poquito, y reducir el tamaño de la bola hasta poder sacarla con una relativa comodidad. Como hacen los gatos con el pelo. No es más que un sistema de limpieza.

No estoy jodida, pero no estoy bien. Me temo que, de momento, no sé encontrar ese cabo. Hoy me he quedado en casa buscándolo.

26.5.08

Todo sobre mi madre

Mi madre no era la mejor. Pero yo la quería como si lo fuese. Durante 28 años mantuvimos una relación a veces difícil, a veces algo menos. Era calurosa, marimandona y se preocupaba por todo. Juzgaba con ligereza y nunca admitía que se equivocaba. Pero se le daba muy bien querer y hacer cosas por los demás. Fue paciente pero exigente y dura. Y a veces era mala, pero sus abrazos sabían a casa como ninguna otra cosa en el mundo.


Llevo dos días acordándome de cosas que solía hacer con ella. Preparar la comida de Navidad (auque en realidad siempre intentaba escabullirme), tomar el sol en la terraza en primavera, cuando empezaba a calentar de verdad, o sentarme ahí mismo en silencio, a su lado, con el cuerpo envuelto en una manta y las piernas estiradas hacia fuera, casi asomando por la barandilla en las noches de tormenta, mientras veíamos caer rayos y relámpagos y dejábamos que la lluvia nos mojase un poco los pies.


Mi madre murió el sábado. Sufrió un infarto agudo de miocardio, o eso decía el papel que me tendieron y que me lanzó a un laberinto de burocracia, gente profesional y fría y otra que para hacer llegar su apoyo se mostraba mucho más afectada que yo. Todo era sórdido y dramático. Y carecía de importancia, porque mi madre ya estaba muerta.


Me siento como embotada, en sordina, casi un autómata, como me sucede en estas situaciones. Mi parte más fría y eficiente toma el control y yo lo contemplo todo sentada, mientras ella elige ataúdes y recordatorios, besa mejillas anónimas y se preocupa de todo y de todos. Y a ratos me deja salir y expreso mi rabia con mala leche, con respuestas ácidas, con cascadas de lágrimas.

Porque no me apetece que mi madre se haya muerto. Porque no me apetece que mi padre sea viudo ni haberme convertido en huérfana de madre. Porque no me imagino mi próximo cumpleaños sin ella ni quiero pensar que nunca más estará cuando se me ocurra que llevo demasiados días sin llamarla.


Porque la quería como si fuese la mejor. Aunque era sólo ella.



Gracias a todos los que habéis estado allí. Gracias a Imperator por dejarlo absolutamente todo colgado y recorrer media península dos veces en menos de dos días (añadiendo 1200 km. más a lo que va a moverse en las próximas semanas) por si podía necesitar llorar en su hombro. Vaya si lo necesitaba. Gracias a todos los que me habéis escrito, mandado SMSs o llamado para hacerme sentir vuestro calor. Os aseguro que ha llegado. Y gracias al poeta por prestarme estas palabras.


"Em costa imaginar-te absent per sempre.
Tants de records de tu se m'acumulen
que ni deixen espai a la tristesa
i et visc intensament sense tenir-te.
No vull parlar-te amb veu melangiosa,
la teva mort no em crema les entranyes,
ni m'angoixa, ni em lleva el goig de viure;
em dol saber que no podrem partir-nos
mai més el pa, ni fer-nos companyia;
però d'aquest dolor en trec la força
per escriure aquests mots i recordar-te.
Més tenaçment que mai, m'esforço a créixer
sabent que tu creixes amb mi: projectes,
il.lusions, desigs, prenen volada
per tu i amb tu, per molt distants que et siguin,
i amb tu i per tu somio d'acomplir-los.
Te'm fas present en les petites coses
i és en elles que et penso i que t'evoco,
segur com mai que l’única esperança
de sobreviure és estimar amb prou força
per convertir tot el que fem en vida
i acréixer l'esperança i la bellesa.
Tu ja no hi ets i floriran les roses,
maduraran els blats i el vent tal volta
desvetllarà secretes melodies;
tu ja no hi ets i el temps ara em transcorre
entre el record de tu, que m'acompanyes,
i aquell esforç, que prou que coneixies,
de persistir quan res no ens és propici.
Des d'aquests mots molt tendrament et penso
mentre la tarda suaument declina;
tots els colors proclamen vida nova
i jo la visc, i en tu se'm representa
sorprenentment vibrant i harmoniosa.
No tornaràs mai més, però perdures
en les coses i en mi de tal manera
que em costa imaginar-te absent per sempre."



Miquel Martí Pol. Lletra a Dolors. Llibre de les absències.

19.5.08

Si todo estuviera aquí.

Escribo estas líneas en el reverso de un billete de ida, esperando un regreso que viene con más de hora y media de retraso. La terminal tiene un aire sobrio e impersonal, casi estéril, por más que hayan forrado el techo de listones de madera. Ruidos sordos y gente cansada. Una gran sala de espera, una jaula de mármol y cristal. A través de las paredes veo cómo se alarga el ocaso sobre un parking infinito mientras la gente camina arriba y abajo, intentando calmar su ansiedad o acelerar la rotación de la tierra, por ver si el avión llega antes. Tal vez funcione, pienso. Me duele el cuello.

Cierro los ojos y estoy tumbada en un sofá de color crudo. Mario está sentado en el suelo, a mi lado, jugando a un juego de la Wii. Se ha convertido en una escultórica mujer y se ha enfundado un traje absurdamente ceñido, cargado de armas, botones y lucecitas. Lleva un buen rato intentando abrir un interruptor, sin éxito por el momento, gesticulando y agitando el mando. Imperator está en el sofá conmigo, tiene mis piernas en su regazo y a veces acaricia distraídamente mis rodillas mientras ríe y juega y se queja de que aún no han matado a nadie. Creo que ni si quiera se da cuenta de que lo hace, y que no es consciente de que le miro. Repaso el perfil de su cuello y su cráneo con los ojos entrecerrados, recortado contra las cortinas translúcidas, que filtran y dulcifican la luz de una tarde plomiza. Debería llevar siempre el pelo así de corto. Sus ojos se achinan mientras sonríe de medio lado. Es bonito ver a alguien tan relajado, tan despreocupado. Parece feliz mientras ataca de nuevo los tallarines tres delicias y el cerdo agridulce.

No son cosas extraordinarias, si lo miras bien. Son encuentros y desencuentros, caminos que se cruzan; a ratos es compañía y a ratos es soledad compartida. Cosas cotidianas, como compartir comida del chino o quedar con los amigos. Pero es bueno. También se hace complicado a veces.

Me siento como una chiquilla a punto de una pataleta. No quiero irme. Quiero quedarme aquí, tumbada, sufriendo este zapping de videojuegos, escuchando la risa de Mario y notando el calor de Imperator, con sabor a salsa agridulce y cerveza en la boca. No quiero coger este avión que viene con retraso.

No quiero estar esperando este vuelo de vuelta, escribiendo en el reverso de un billete de ida, con dolor de cuello y este cabreo, en esta catedral de esperas y despedidas.

Mario nos habló de una tira de Mafalda, en la que Felipe se preguntaba qué pasaría si todo estuviera aquí. He pensado mucho en eso. Y me encantaría saber la respuesta.

16.5.08

¡Ole, ole!

Uno. El Gran Jefe me ha llamado esta mañana. No es que haya llegado a disculparse por haberme dejado plantada, ni por haberme hecho hacer un viaje en balde en moto un día de lluvia, ni por no haber dado señales de vida en una semana (ese no es su estilo) pero, oye, ya es un gesto. Hemos quedado el martes de la semana que viene, antes de una reunión de todas las oficinas de la zona, para que me haga la propuesta, que él ha descrito como "muy buena". Como si no se hubiera encargado de hacerme saber...

Dos. Sigo sin fumar. He detectado mis momentos críticos y ayer, una amiga ex-fumadora, me contó que a ella le había ayudado pensar en su adicción como en un pequeño monstruo al que mataba poco a poco por inanición, y que cada vez que sentía la punzada del "mono" visualizaba a una especie de Kuato adherido a su abdomen, agonizando. Realmente es una imagen útil, pero yo casi prefiero pensar menos en ello...

Tres. Yoyi ha cambiado de trabajo. Le han ofrecido algo con mejor horario, y más relacionado con su carrera. Pinta bien, y la chica está profundamente ilusionada. A ver si el martes que viene (la noche de las birras) podemos celebrar un montón de cosas :)

Cuatro. Dentro de dos horas y media estaré saliendo de la oficina, en cinco horas y pico estaré volando hacia Madrid, y dentro de algo más de 57 estaré de vuelta. Losepáis.

13.5.08

Esta vez no es por pereza

Sí, lo sé, no actualizo demasiado. Últimamente he andado gratamente liada.

Mis compañeras de piso son dos chicas encantadoras, maravillosas y limpias. Por el momento no tengo peros que no sean de lo más razonables en el inicio de una convivencia con dos personas completamente extrañas. Ayer llegué a casa después de pasar cuatro días fuera, y encontré el piso limpio y ordenado, a los gatos perfectamente atendidos y todo lo que pudiese necesitar en la nevera. También fue la noche de las birras (que hemos institucionalizado con las chicas, con las que nos vamos a un bar cutrecillo pero acogedor a arreglar el mundo, ponernos el día y comprar una participación para el sorteo de la lotería de los viernes), e hicimos todo tipo de planes para dentro de un par de findes, que andaré por aquí. Mucho mejor de lo que me habría atrevido a imaginar.

Parece que daré un saltito en el trabajo. No es exactamente un paso adelante, pero sí en diagonal. Todo está pendiente de confirmar en una reunión que tengo pendiente con el Gran Jefe (Jefe de jefes), que debía haber tenido lugar la semana pasada, pero que se aplazó para (supuestamente) esta. En resumidas cuentas; todo está en el aire, aunque propuesto y anunciado por los canales que se suponen "oficiales". Veremos.

He vuelto a clases de Danza del Vientre. No es el mejor momento para reengancharme después de un par de años sin ir de forma regular, porque se están preparando las coreografías para final de curso, por lo que no hay clases técnicas, sino más y más machaque con los mismos pasos. Mi grupo prepara un baile con doble velo. Yo creo que puede quedar genial si no hace viento... Porque bailar con sables en grupo es ya pedir demasiado ;)

Y, por lo demás, los avispados lectores de esta micro-blogosfera sabrán que he andado ocupada. Eso es bueno, y soy feliz con ello, aunque me resulta complicado de sobrellevar. Un poco más cada día, y esta noche en especial. Me esfuerzo por mantener los pies en el suelo mientras tengo la cabeza llena de pajaritos y un nudo en el estómago. Me faltan datos, pero sospecho que lo que me queda por aprender (que es prácticamente todo) son cosas de esas que sólo podría absorber por capilaridad. Y no va a ser, al menos por el momento. Y eso jode.

Y, claro, cuando una está así, recuperándose de toda esta movida pero aún sin saber qué terreno está pisando, lo mejor que se te puede ocurrir es dejar de fumar. Porque cualquier otra cosa hubiese sido más fácil.

24.4.08

Always on the run

Este post va dedicado al Capi, que de vez en cuando suelta perlitas dignas de consideración. Va por tí, cuerpo.

Reconozco que la paciencia no es una de mis mejores virtudes. Cuando quiero algo o tomo alguna decisión mínimamente trascendente acostumbro a tener el deseo (utópico e irracional) de que las cosas hayan cambiado ya, simplemente per haberlo decidido, pensado o deseado. Como si fuese posible formular un Abracadabrabra que pudiera transformar la realidad a mi antojo. Y eso, aceptando la premisa de que no soy un ser onmipotente (por ahora) es complicado.

Soy mayorcita y he hecho mis deberes. Sé que los cambios, normalmente, requieren de tiempo y esfuerzo. La mayor parte de las veces, sobre todo cuando alguno de los eslabones de la cadena del cambio no dependen de tí, todo lo que puedes hacer es poner de tu parte teniendo un objetivo definido, sabiendo qué parte del proceso te corresponde y teniéndola lo más resuelta posible, y estar atenta para no dejar pasar las oportunidades que te acerquen a ese lo-que-sea-que-puedas-querer. Y mientras hay que dejar que pase el tiempo, relajarse y disfrutar del proceso. Admirar el paisaje. La teoría es impecable. Pero de la teoría a la práctica hay un trecho.

Aquí, querido lector, es donde aparece mi amigo Coco, recordándonos una vez más la diferencia entre Creer, Saber y Sentir.

Siendo personas mínimamente inteligentes, alguna vez nos habremos dado cuenta del dramático salto (ese que se parece a un ataque de vértigo, a veces con nudo en el estómago y todo) que supone pasar de un estado a otro. Incluso en los aspectos más objetivos y medibles empíricamente puede fallar nuestra fe, o incluso en el caso en el que podamos creer en ellas es posible no llegar a sentirlas como propias, no ser capaz de aplicarlas o aceptarlas de corazón. Son esas pequeñas incoherencias que notas, incómodas, haciendo chirriar algún engranaje del proceso de lo que tu lógica te dice que debería ser, o cómo deberías sentirte. Suena de fondo, flojito pero estridente. Y es inútil negar que existe esa diferencia, casi tanto como intentar engañarte al respecto. Porque seguirás oyendo ese chirrido cada vez más fuerte cuanto más intentes desoirlo. Como si alguien rascara una pizarra. Tócate las narices.

Como en tantas otras cosas es posible que a lo largo de nuestra vida determinadas creencias, experiencias o nuestra propia cabezonería hagan bailar muchos de los criterios por los que nos guiamos de un extremo a otro de esta lábil escala. Se puede forzar la máquina, claro, siendo muy consciente de qué deseas cambiar y pegándote un toque cada vez que te das cuenta de que vas en la dirección contraria. Pero volvemos al principio, señores; lo que yo quisiera es que eso pudiera cambiar solo con desearlo, y eso no va a suceder. Y es inútil preocuparse o angustiarse por algo así, porque de eso no va a salir nada positivo. Te estás poniendo la zancadilla tú sola, nena, sé consciente.

Trabajo en ello, Capi, no te creas. Me lo curro un montón. Pero aún llevo mal lo de soltarme y no angustiarme en el proceso, resignarme a que las cosas deben ser así. Y me repatea no ser capaz de conseguir ese salto con solo desearlo. Aunque estoy cerquita, cada día un pasito más. O eso espero.

Y ahora, encanto, ya puedes empezar a lamerme las botas.

23.4.08

Fiestas de guardar


Hay fiestas que te llegan. Para mí Sant Jordi es una de ellas. Como Sant Joan, son celebraciones que aquí, en Cataluña, se viven de una forma distinta; las calles lucen especialmente brillantes y parece que la ciudad te tenga reservado un guiño en cada esquina, en cada rincón, en cada uno de sus detalles. Como si hubiese decidido ponerse sus mejores pendientes o se hubiese soltado el pelo.

En los colegios, por aquí, se suele rodear estas festividades de una mística especial. Recuerdo con cariño cuando, de chiquitilla, pasábamos semanas peleándonos con ingentes cantidades de papel de seda y cola hasta conseguir un amasijo bicolor que pudiese recordar vagamente a una flor, o grapando pedacitos de papel llenos de garabatos hasta tener un símil de libro. Y entonces llegaba el día D, y salías de clase con el corazón en un puño y la carita sonriente, todo nervios, a penas conteniendo la emoción que suponía entregar esas obras de arte a tus padres, que venían a buscarte esperando ver esa “sorpresa” que llevabas tantos días anunciando. Besos, abrazos y agradecimientos en tardes soleadas en las que el calor empezaba a mostrarse, anunciando el principio del buen tiempo. Así fueron mis primeros San Jordis.

Y, de mayor, hay pocas cosas más bonitas que salir por la mañana un día cualquiera para descubrir que millares de rosas han tomado la calle, y pararte a babear ante los lomos brillantes de los libros que encuentras a cada pocos pasos. La gente pasea con cara de fiesta, llevando bajo el brazo el equivalente a esas manualidades de los críos, con las mismas sonrisas nerviosas e ilusionadas, el mismo nudo en el estómago. Porque por más tiempo que pase, para los amantes de esta fiesta, una rosa es más que una flor, y un libro más que resmas de papel impreso.


Me encanta que todo esto suceda. Al margen de cualquiera, de todo lo que pueda estar pasando por tu vida. La gente sigue buscando el libro perfecto o la rosa más bonita del puesto para aquella persona en especial; todos y cada uno de esos tópicos, encarnados en tapa dura o blanda, o en flores del Maresme o de Marruecos, llevan escrito un nombre y apellido y significan algo en concreto.

Es de esas curiosas ocasiones señaladas en el calendario en las que la magia está programada, pero que pueden seguir embrujándote por su extraña belleza. La belleza de una ciudad que se engalana, y la de la gente que disfruta de esa pátina tan especial, de ese exótico proceso. A eso se le llama ilusión. Y tengo la gran suerte de que me salpique, tanto si quiero como si no, cada año en un día como hoy.