27.3.06

Cromos de picar

Los domingos, en el Mercado de San Antonio, se organiza una feria donde se venden libros, comics, cartas, posters y videojuegos, nuevos o de segunda mano. Ayer mi marido y yo nos fuimos a dar una vuelta, presuntamente para encontrar un videojuego que él andaba buscando. Mientras él se dedicaba a buscarlo, yo iba dando tumbos entre paradas de libros y demás... Y en una de ellas los vi. Cromos de picar.
Para los que no sepáis de qué va el juego se trata de unos trozos de papel con dibujitos (a cuál más cursi) que, cuando era niña, se coleccionaban. Podías jugar con ellos; un corro de niñas (y niños también, pero menos) iban poniéndolos boca abajo en el suelo, uno cada uno, y por orden se iba golpeando la pila con la mano un poco cuenca. Cada uno se quedaba con los cromos que conseguía girar.
No sé cuántos cromos debieron pasar por mis manos en esos años, pero lo cierto es que los recuerdo con enorme cariño.
No pude evitar comprar unos cuantos y, al llegar a casa, empecé a buscar la caja donde tenía guardados los míos. La verdad es que tengo un buen montón, a pesar de que estoy segura de que la caja fué saqueada vilmente por mi hermana... Pero ahora, a los viejos, se les han sumado unos cuantos más.
Estoy de un cursilón que asusta.

20.3.06

Sin ganas

Esta tarde tengo una entrevista de trabajo y la verdad es que no tengo ganas de ir. Nadie se asuste; dentro de un rato me pongo mi disfraz super-profesional, entusiasta y de comerme el mundo, pero ahora mismo, si tuviese una lámpara mágica, la pospondría un poco, tal vez una semana... Porque, a pesar de que sé que puede ser una buena oportunidad, y me han comentado que la empresa está muy bien y todo eso... Lo mismo decían de la anterior. Y de la otra. Y de la otra. Y a base de tanto repetir y de tanto disgusto me he quedado sin ganas.
Este cansancio que me asedia tiene sus consecuencias. Por ejemplo; me estoy planteando muy seriamente plantar lo que ha sido mi campo profesional al menos una buena temporadita. Me han ofrecido un trabajo de secretaria, jornada intensiva (de 8 a 3) y labor consistente en; responder al teléfono, asignar horas de visita y poner sellos y grapas. Dedicarme a ello, no sé, tal vez un añito. Descansar y luego, con la cabeza más clara y con más energía, planteármelo de nuevo. La pega es que el sueldo es de risa comparado con lo que ganaba hasta ahora (unas dos terceras partes), pero estoy por primar lo que me apetece hacer sobre lo que creo que debería hacer. Claro que esto también es muy subjetivo. Si me viera a mí misma desde otra perspectiva supongo que lo tendría clarísimo.
Será cosa de que hoy llega la primavera y no me ha pillado a punto.

17.3.06

Cosas inútiles

Soy consciente de que a veces hago cosas inútiles. Eso es bastante corriente y a veces no está mal, pero hay otras que son poco constructivas. Una de ellas es pelearme conmigo misma. Mi propósito (uno de ellos), a partir de hoy, será ser un poco más consecuente y no pillarme estos cabreos que, en el fondo, no benefician a nadie.

13.3.06

Y sin embargo...

El Capi pregunta, después de la entrada anterior, dónde queda el cuero. Os lo diré. Finalmente me he matriculado de cinco asignaturas este semestre. No sé si a vosotros os lo parecerá pero para mí es una pequeña hazaña, aunque ya lo he hecho antes. El hecho de pensar que un día de estos volveré a trabajar, seguiré ocupándome de la casa, de no dejar colgado a mi marido, de seguir teniendo vida social y, además, terminaré la diplomatura, habré hecho las asignaturas punte para matricularme en ADE y alguna otra suelta de Psicologia es cuero, y del repujado.
Esta mañana justamente andaba acabando de rellenar mi "planning" para el semestre. Entre hoy y el día 6 de junio tengo exactamente 30 citas en fosforito (una por cada práctica que me toca entregar). No está mal. De hecho creo que va a ser mejor que vaya echándoles un vistazo porque este sábado tengo ya las dos primeras.
Y es que el cuero y el guatiné tampoco son incompatibles...

9.3.06

El orgullo de ser maruja

Tal vez sea una reacción de los primeros días en casa, pero estoy en un plan marujil salvaje. Sí; hablo con las vecinas, saco al gato a dar un paseo, limpio y, sobre todo, guiso. Preparo comida como para dos más de los que somos (no hay problema; mi suegro está encantado de la vida) y preparo platos de esos elaborados, previa ensaladita que, a veces, nos saltamos. Anteayer para comer cociné Tajín de cordero, por la noche empanadillas, ayer a mediodía pollo al teriyaki, por la noche empanada gallega, y hoy al mediodía un marmitako de atún. Por la mañana salgo a tomarme un café y voy a comprar, y me paro enfrente de los alimentos a ver qué me sugieren. Y os aseguro que me cantan la traviata... Son absolutamente sugerentes.
Cuando mi señor marido llega al mediodía tiene la comida lista y nos sentamos tranquilamente y charlamos un rato. Después se echa media horita y otra vez al tajo. Y yo me pongo a mirar con pereza mis apuntes de la universidad mientras hago lavadoras (los cubos de la ropa sucia parecen pozos sin fondo) y voy viendo como la gente se chilla en la tele.
Y lo cierto es que disfruto mucho. Hago cosas que me gustan, que me llenan el tiempo de pequeños placeres y tengo una gratificación cuasi-inmediata (aunque las manos me queden absolutamente secas). Lo más probable es que acabe con un par de kilos de más, pero me da lo mismo, porque estoy convencida de que tampoco va a durar mucho. Pero mientras os dejo regocijaros com ni imagen en rulos y con bata de guatiné trajinando entre ollas y pucheros. Surrealista, ¿eh?.

3.3.06

Tal vez son mis pasos los que mueven el mundo

Un día cualquiera vas andando por la calle. Miras a la cara de la gente. Algunos caminan solos. Otros en parejas o en grupos. Te fijas en sus ropas, en su porte, en su tono de voz o en lo que te cuentan sus expresiones. Uno sonríe, otro está serio. Tal vez meditabundo. Alguien pasa demasiado cerca y roza, descuidadamente, tu costado. Para ellos tú eres sólo un bulto más. Casi nadie te mira, menos aún a la cara. Y, sin embargo, cada uno puede contarte su historia.
Si tienes tiempo y ganas puedes crearla tú mismo; el fulano que espera a tu lado en el semáforo llega cansado a casa. Tiene ahí dos hijos y una esposa esperándole. Hoy ha tenido un buen día en el trabajo, ha comido paella de menú en el bar de la esquina (esa barriga no ha crecido a base de ensaladitas), pero se ha manchado la camisa con el café mientras guaseaba con un compañero en la oficina. La chica de la otra acera lleva poco tiempo saliendo con el chico que la acompaña, pero hoy han discutido. Se les ve en las comisuras de los labios, que apuntan hacia el metro. Llevan tanto acero en las caras que temo que provoquen un descarrilamiento. ¿Y qué me dices de la señora del perrito?. La pobre casi no puede andar, pero va, pasito a pasito, hacia el mercado (la cesta la delata) a comprar algo de pescado, que hoy es jueves y primero de mes. Piensa mucho en su marido y pasa frío, pero agradece en silencio los benevolentes rayos de sol de marzo.
Todo esto me lo invento porque es como pintar en un lienzo con tan sólo unos trazos. Ésos sí los conozco; los pinto yo y quienes me rodean. Cada día las figuras y paisajes cobran colores y matices. Algunas se repintan. Otras siguen casi inmutables. Pero hay una sola cosa que tengo clara; son mis pasos los que mueven el mundo y los que pintan el cuadro. Lo impulsan y le permiten seguir girando. Van dándole forma, perfilando y difuminando. Y si no lo creéis, esperad a que pare y veréis si es o no cierto.