27.2.06

Tirarse al tren o al maquinista

Bien, antes de empezar aviso de que esta es una entrada asquerosa, de las que no me gusta hacer, pero considero que tengo derecho a la pataleta y a sentirme terriblemente maltratada por el mundo (me he dado una semana de plazo para ello). No hacen falta comentarios del tipo "pobrecita" o "ya verás como la próxima vez va mejor". Ahora mismo no creo nada de ello. Eso sí; gracias por aguantar la vomitona. Ale, yasta.



Vuelvo a la cola del INEM. Esa es la noticia del día. El viernes mi ex-jefe me pilló por banda y me dijo que habían decidido que no siguiera en la empresa. Lo de siempre; no es nada personal (al contrario) pero es que (y aquí viene una sarta de excusas que estoy sólo dispuesta a aceptar como lo que son; excusas) la empresa está en proceso de ser comprada por un grupo industrial y las directrices van llegando cada día y han decidido que no me ajusto al perfil que ellos requieren porque para hacer bien mi trabajo requiero una determinada formación y experiencia que no pueden aportarme en el tiempo que tardarán en exigirles resultados y blah blah blah.
Puede sonar todo más o menos raro o consistente, el caso es que mi condición no ha cambiado.
Y el caso es que ya no sé si tirarme al tren o al maquinista. Llevo cuatro empresas en los últimos cuatro años, y tan sólo creo haber pinchado a nivel profesional en una de ellas. Aún así, en las otras, me han engañado, boicoteado, usado y han jugado conmigo. Y lo cierto es que no estoy segura de que la próxima vaya a ser mejor. Y eso me repatea.
Mi madre (que, como todos, tiene un millón de defectos pero es un peazo mamá) trataba de animarme diciendo que soy muy válida, que tengo mucho entusiasmo y una gran capacidad de aprendizaje, y que soy joven y todas estas cosas. A la pobre la dejé sin palabras cuando le contesté "¿Y de qué coño me ha servido todo esto hasta ahora?". Sí, puede que sea yo, o puede que sean los demás. Para el caso viene a ser lo mismo. A las primeras negritas os remito.
Sí, la gente me quiere y me valora y ahora mismo (tan sólo un día laborable tras la noticia) ya opto a tres puestos de trabajo nuevos. Pero es que ya no sé si los quiero. Me parece desesperante verme inmersa en este sumidero a los 26; pensar si mi próximo puesto va a durar 3 semanas o, a mucho estirar, un año... y otra vez volver al ruedo. No; no me siento con fuerzas para ello. Estoy por dar olvidarme del tren y el maquinista y pegar un volantazo, e irme a la caza de una canonjía.
O dedicarme al macramé. ¿Nadie necesita un macetero de macramé?

22.2.06

Desahogo

No sé si os ha pasado nunca, pero a veces tengo ganas de quejarme de algo. Normalmente son algos de origen difuso, por lo que no tengo persona física o jurídica a la que dirigirme. Así que aprovecho este trocito de espacio para quejarme de que no exista una ventanilla, buzón o apartado de correos al cual mandar mis quejas sobre nada en concreto. También queda la opción de montarlo yo misma pero, evidentemente, la condición de uso es que no se espere respuesta.

Eso sí; acepto socios capitalistas (a fondo perdido, claro).

21.2.06

Rarezas, síntomas... O lo que sean

Soy consciente de que debo tener algo en la cabeza que no funciona como debería. Me explico; el otro día, charlando con unos amigos, hablábamos sobre lo rara que es la gente, y eso nos llevó a empezar a debatir sobre dónde creíamos que acababan las rarezas inocuas y dónde podía empezar la patología.
El caso es que a mí se me ocurrió comentar que una de las cosas que a veces me planteo es si yo tuviese una enfermedad mental... ¿Cuál sería?... Ignoro si los demás os lo preguntáis alguna vez, pero yo, a veces, me lo he planteado (tal vez sea una pista, ahora que lo pienso).
El caso es que resulta que entre los ahí reunidos había un estudiante de último año de psicología y, después de un buen rato de charla aproximadamente académica, empecé a contar cosas que mí me llegan a parecer raras de mí misma (eso da como miedito, ¿no?).
Una de ellas es verme reflejada en algunas cosas con el personaje de Jack Nicholson en Mejor Imposible (gran película, por cierto). Odio no poder andar en línea recta por la calle, siguiendo la misma línea de baldosas, aunque mucho menos que pisar las cruces entre losas grandes o no poder evitar un determinado color en un suelo tipo ajedrez (y más aún si las baldosas son de entre 30 y 45 centímetros; esas me pueden).
Pero casi más raro que eso es mi tendencia a fijarme en las líneas (no sé; el embaldosado de la habitación, o las esquinas de una mesa, por ejemplo). Las horizontales más que las verticales. No puedo evitar imaginarme una proyección en la que se convierten en planos, y a continuación imaginar en qué plano me atravesarían a mí.
Ahí los demás ya me miraban algo rarito (sólo un poco), pero lo mejor vino cuando el psicólogo-en-ciernes me preguntó qué tal dormía y si me despertaba. La respuesta a la primera pregunta, apreciados lectores, supongo que será por todos conocida; tengo problemas de sueño. La segunda dio mucho más de sí; es cierto, a veces me despierto en plena noche. Me despierto de muchas maneras, pero la más recurrente es al poco de haberme ido a dormir. Me levanto con un susto terrible, con una inimaginable sensación de miedo, incorporándome rapidísimo y con el corazón desbocado. Recuerdo una sensación de pánico, pero no a qué se debía. Me ha pasado desde siempre, y yo creía que eso era lo más normal del mundo. Y el otro día voy y me entero que no.
Resulta ser que a eso se le llama terrores nocturnos, y que es raro que suceda en la vida adulta. No son pesadillas; es otra cosa distinta que se suele dar en las primeras fases del sueño y sí; parece que es normal que no se recuerde el motivo de tanto miedo, y que luego no resulte muy complicado volver a dormir.
Total; estas son algunas de las cosas que conté aquella noche en aquella mesa. Espero que no os parezcan demasiado... raras

20.2.06

Febrero

El mes de febrero acostumbra a pillarme desprevenida, como a traspiés. Queda justo entre enero (el mes de la cuesta, el que estrena el año, el de los exámenes y los regalos de reyes) y marzo, en el que empieza a hacer calorcito y puedes verle las orejas a la Semana Santa.
Es un mes corto y anodino, como sin ganas. Está ahí porque había un hueco variable en el calendario y a alguien se le debió ocurrir que, bueno, algo había que hacer con él. Sí, alguien ha hecho un gran esfuerzo de Marketing para enmendar esa dejadez; este año pilla de refilón el carnaval (que es casi como si no le tocara) y le han colocado en el ombligo a San Valentín (supongo que si yo fuese El Corte Inglés adoraría febrero)... pero no, no me convence. Es corto e insípido, frío a veces, otras más templado (ni chicha ni moca, vaya).
Casi todos los meses me sugieren algo; todos tienen algo destacable, un carácter especial. Febrero sólo me da pereza. No sé por qué será.

15.2.06

Acelerando

Bien, llevo una serie indefinida de días con la curiosa sensación de que por fin las cosas van en la dirección y el sentido que quería. Ha costado, cierto, pero ahora es ya una realidad. Tan sólo falta que, aprovechando la inercia, le vaya dando un poco más de energía.


El trabajo va genial. Empiezo a tratar con clientes (tanto de la empresa como contactos míos) y la receptividad es casi inmejorable. En dos semanas he conseguido ponerme al nivel de poder sacarme algún certificado comercial de Cisco (barriendo con las expectativas) y los compañeros de trabajo se muestran cada día más simpáticos y acogedores. Cojonudo.


En el último semestre de la carrera he conseguido matricularme de los créditos exactos que necesito, incluyendo dos asignaturas de Psicología que me serán debidamente reconocidas cuando el año que viene empiece con dicha carrera. Cojonudo.


Las relaciones familiares pasan por un momento curiosamente tranquilo y amable. Lo que andaba de aquella manera ahora va razonablemente bien y lo que andaba mal ahora, al menos, no molesta. Cojonudo.


Mi marido es un sol, un Santo y un cachito de pan. Las cosas le van mejorando en el trabajo. Ahora me está esperando para poner una peli mientras cenamos. Cojonudo.


Tengo la agenda llena, pero llena de cosas que me apetece hacer y de gente con quien me apetece estar. Cojonudo.


Sí, parece una lista de la compra, pero como, por una vez, estoy convencida de que este es sólo el principio, quería enumerar los motivos por los que voy a adherirme con entusiasmo a la Cojonudología, que es tan buena idea que merecería ser mía. Hoy toca autoafirmación, y a quien no le guste... Que se joda.

8.2.06

Trantor

De vez en cuando me levanto por la mañana y me doy cuenta de que sigo siempre la misma dinámica, más o menos dormida, pero invariable e inevitable. Vivo entre moles de cemento, acero y cristal, sumida en un pantano de tecnología, víctima y partícipe de algo artificial y fascinante.
A veces miro una puesta de sol y me parece tan lejana que creo que carece de sentido, que es tan sólo un alarde (tal vez un anuncio) de cuanto queda más allá de esos colores vibrantes y chillones. Miro cómo la noche se acerca y me preparo de nuevo para salir al ruedo, con los mismos carteles, sumida en mis propias ilusiones que me devuelven al círculo una vez más... Ese círculo al que adoro, del que me siento parte, del que no podría prescindir.
Y son esas veces, cuando, hablando de futbol a la hora de comer o eligiendo el traje que voy a llevar mañana, siento que vivo en Trantor, un mundo con las horas contadas, aunque sean aún muchas. Y me siento libre en mi celda, con un capítulo de Enciclopedia por narrar... Ése capítulo que lleva mi nombre y el de quien ha elegido venir conmigo. Un capítulo que voy a llenar de historias de final feliz, que van a ser mi historia y mi legado. Voy a dejar por herencia la consciencia de que se puede ser feliz aunque cueste.

Muchas gracias, mi amor.

1.2.06

Leña al mono

Puesta al día:

Dos aprovados y dos notables son el balance de este semestre. Lo cierto es que tan sólo dudaba de cómo me había ido una de las pruebas de validación, pero en cuanto recibí las notas por SMS (sí, en la UOC son muy modernos) solté un suspiro de alivio como no os podáis imaginar. Lo dicho; de final de carrera :)


Primer día en el curro. Me han dado tanta caña que he acabado con agujetas mentales, pero lo han compensado con una gran dosis de sinceridad; mi jefe me ha dicho que era consciente de mis carencias formativas y que lo que le interesaba de mí era mi aCtitud y mi aPtitud, que es lo único que no puede enseñarme. El resto, según él, se aprende. Aunque me hayan dado mucha caña debo reconocer que me ha gustado; lo he pasado bien. Espero no decepcionarle a él ni a mí, porque el trabajo pinta de vicio.


HAciendo tiempo para poner a salvo mis flotas he encontrado este videoclip (Fatboy Slim Bushes) que hace tiempo que buscaba. Os lo recomiendo encarecidamente. Chicos; depilaos las ingles, que haremos un video impagable.