23.12.04

- Si pudiera elegir

Creo que he descubierto lo que me gustaría estar haciendo ahora...


21.12.04

- Asociaciones

Ésta mañana iba en el metro leyendo "El silencio, Libo, es una política que te hará mucho bien.*" mientras olía el perfume a coco de la chica que se sentaba a mi lado.
De repente el silencio me ha parecido tan tropical...

(*; "La voz de los muertos", Orson Scott Card, 1986)

17.12.04

- Foto de la boda

Por aclamación popular cuelgo una foto mía de la boda




¿A que mola?

16.12.04

- Lujos

Ayer tuve una conversación reveladora con mi nuevo jefe. Fuimos a ver a un cliente un pelín lejos, y el trayecto lo pasamos hablando sobre las cosas más variopintas. Evidentemente, el tema derivó a las aficiones. Él me contó que estaba estudiando fotografía. Yo le conté que, a parte de la carrera, sigo yendo (o no) a Danza del Vientre.
Él me dijo que son ésos pequeños lujos los que ponen la sal de la vida.
Yo, sin pensarlo, le espeté que mi auténtico lujo era permitirme perdérmelo.
Y creo que es cierto; un lujo no es algo que deba hacerse por obligación, sino cuando una está a gusto con ello, cuando de verdad le apetece. Y a mí vuelve a apetecerme. Asín que voy a sacudirme la pereza y volver a ser la bailarina aplicada que era hace cinco años.
Ése será uno de mis propósitos de año nuevo.

13.12.04

- Pequeñas cosas

A veces las pequeñas cosas pueden marcar grandes diferencias. Por ejemplo; Pedir un café en un bar y que el camarero te lo sirva con una sonrisa. Llegar a casa y que te reciban con un beso. Que te quede bien ése jersey tan bonito del escaparate.
Que alguien de quien esperas una respuesta te responda. Aunque sea con un comentario en un blog. Ésas cosas tan ínfimas marcan las mayores diferencias.

1.12.04

- El mejor piropo

No sé si os he contado alguna vez el mejor piropo que me han dirigido (hasta el día de hoy). Empezaré por la parte morbosa; fué una chica. Y guapa, para más INRI.
Para los que no lo sepáis, soy adicta a masajes a mil, centros de estética rápida, ideales para ataques feroces de síndrome premenstrual (¿cómo salgo yo a la calle con ésta cara? ¡Necesito una limpieza de cutis y una sesión de UVA!), arrebatos de glamour o depilaciones de emergencia. Qué queréis que os diga, el hedonismo es lo mejor que puede haber para las crisis de ego...
Pues en una de éstas estaba yo cuando decidí que necesitaba ir a depilarme (situación erótica donde las haya); piernas enteras, ingles y axilas. Un completo, vamos. Me atendió una chica nueva en mi centro habitual, una rubita muy mona, medio pija, que me contó que trabajaba en éso mientras se acababa de sacar la carrera (derecho, creo), y que la habían cambiado de centro.
Cuando empezó a depilarme, me hizo algunos comentarios a cerca de mi piel (otra cosa no, pero tengo una piel fabulosa); que si es muy suave, que si es tan tersa, que si se ve tan delicada...
Poco a poco, mientras ibamos hablando, me iba contando su vida, y yo intentaba relajarme entre tirón y tirón.
Cuando terminó de depilarme empezó a darme un masaje con aceite, para calmar la piel y eliminar rastros de cera, mientras iba observando que no quedara ningún pelo rebelde. Y en ello estaba, sobándome las piernas sin contemplación, cuando, de repente y sin previo aviso, me soltó en voz bajita, casi en un susurro... "es que parece que esté acariciando mármol caliente...". Imaginad la cara que se me quedó.
Tengo que reconocerlo; es la típica situación que te hace sentir... ¿cómo decirlo?... entre incómoda y halagadísima. Pero lo cierto es que, como piropo, es "para nota". Hala, ahora ya lo sabéis.